“1 Así que, hermanos míos, amados y añorados, gozo y corona mía, estén así firmes en el Señor, amados.
2 Ruego a Evodia y a Síntique, que vivan en armonía en el Señor. 3 En verdad, fiel compañero, también te ruego que ayudes a estas mujeres que han compartido mis luchas en la causa del evangelio, junto con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.
4 Regocíjense en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocíjense! 5 La bondad de ustedes sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. 6 Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús.
8 Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten. 9 Lo que también han aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practiquen, y el Dios de paz estará con ustedes.” (Filipenses 4:1-9)
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