Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

Un poco de conflicto es sano

¿Cómo la división puede servir a las iglesias?

En la mayoría de casos, la crueldad, no la sabiduría, les hubiera dicho que corten al bebe en dos. ¿Cuántos reyes en la historia hubieran hecho que se les traiga la espada, no para sacar a la verdadera madre, sino para terminar con el tema de manera violenta? ¿Quién diría que miles de años después, aún mantendríamos una escena tan brutal como un hermoso modelo a imitar, como una clase maestra sobre la solución de conflictos?

Dos mujeres se acercan al Rey Salomón, como muchas otras, para resolver una disputa. Ambas eran prostitutas, así que decidir en quién confiar no iba a ser fácil. Ambas habían dado a luz a niños recientemente, con tan solo unos días de diferencia. Uno de los niños ahora estaba muerto por un horrible accidente. Su madre se despertó para descubrir que lo había asfixiado mientras ambos dormían. ¿Puedes imaginar el horror cuando se dio cuenta de lo que había hecho? 

Desesperada, ella añade horror tras horror. Tomó el hijo vivo del seno de su compañera de habitación, y puso en su lugar el cuerpo frío del bebe producto de su descuido. Convirtió la fuerte tormenta de culpa en un huracán. Cuando la otra mujer despertó, descubrió que el bebe a su costado estaba muerto. Después de examinar más minuciosamente al bebe, descubrió la maldad que había ocurrido (como cualquiera madre hubiera hecho). Pero, ¿cómo lo podría demostrar? No podía; ellas “estaban solas” (1 Reyes 3:18). Así que las dos fueron a la corte, ambas declarando, “No, pues mi hijo es el que vive y tu hijo es el muerto” (1 Reyes 3:22). 

Sabemos lo que el rey hace después, la manera desapacible con la que descubre la verdad. ¿Quién hubiera imaginado que amenazaría con cortar al niño en dos? Cuando Israel oyó el juicio que Salomón había pronunciado, quedaron asombrados, percibiendo que el Espíritu de Dios estaba en él (1 Reyes 3:28). Sin embargo, ¿puedes explicar por qué fue sabio al alcanzar una espada?

Conflicto necesario

Podríamos decir que fue sabio porque funcionó. La verdadera madre demostró que lo era al suplicar que se perdonara al niño, incluso si eso significaba que sería criado por otra mujer (1 Reyes 3:26). De igual manera, la respuesta egoísta de la otra mujer expuso su falsedad. Sin embargo, el hecho de que haya funcionado no explica por qué el rey fue sabio (solo que sí lo fue). Seguramente la misma estrategia hubiera fallado en muchas otras crisis. 

Lo que hizo sabio a Salomón, en este caso, es que él supo entrar al conflicto entre ellas para probar quien era quien. Él presionó el tema delicado en ese momento hasta que cada mujer reveló que tipo de mujer realmente era. El apóstol Pablo ofrece una parte de sabiduría similar, a la iglesia cuando escribe,

Pues, en primer lugar, oigo que cuando se reúnen como iglesia hay divisiones entre ustedes, y en parte lo creo. Porque es necesario que entre ustedes haya bandos, a fin de que se manifiesten entre ustedes los que son aprobados. (1 Corintios 11:18-19)

Es necesario que entre ustedes haya bandos. En otras palabras, es necesario un poco de conflicto para que la iglesia se mantenga saludable. ¿Por qué? Como Salomón con las prostitutas: para probar quién es quién. ¿Quién está aquí realmente para adorar, obedecer y disfrutar al Rey Jesús, y quién está aquí con otros motivos?

¿Acaso la división no está mal?

Sin embargo, ¿no se deben evitar todo tipo de divisiones en la iglesia? Después de todo, el mismo apóstol dice (a inicios de la misma carta),

Les ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos se pongan de acuerdo, y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén enteramente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer. (1 Corintios 1:10)

Les ruego que no haya divisiones entre ustedes, no algunas ni unas cuantas, ninguna. Y después en la misma carta (de hecho, solo unos versículos después del capítulo 11),

Pero así formó Dios el cuerpo, dando mayor honra a la parte que carecía de ella, a fin de que en el cuerpo no haya división, sino que los miembros tengan el mismo cuidado unos por otros. (1 Corintios 12:24-25)

Así que Dios mismo construyó el cuerpo de tal manera para evitar y remover toda división. En otra parte, Pablo llama a la división “obras de la carne” (Gálatas 5:19-20). Él le dice a aquellos que crean y fomentan conflicto, “les advierto, como ya se lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:21).

“El conflicto que inevitablemente surge en la vida de cualquier iglesia sirve para confirmar y refinar a aquellos que ciertamente son Suyos.”

Entonces, ¿cómo es posible que diga, “es necesario que entre ustedes haya bandos”? La respuesta se encuentra en el resto del versículo: “es necesario que entre ustedes haya bandos, a fin de que se manifiesten entre ustedes los que son aprobados” (1 Corintios 11:18-19). Para probar quién en la iglesia verdaderamente es iglesia. El conflicto que inevitablemente surge en la vida de cualquier iglesia sirve para confirmar y refinar a aquellos que ciertamente son Suyos. De esta manera, como muchas de las espinas que sufrimos, es tanto una consecuencia horrenda del pecado, como un precioso instrumento de misericordia.

¿Qué prueba la división?

Pero, ¿cómo es que la división en la iglesia puede probar algo bueno sobre alguien? En la manera en la que la espada lo hizo con las madres. Mostró el egoísmo despiadado de la mujer afligida, y abnegación afectuosa de la otra. Esto es lo que hace el conflicto: muestra lo que hay en nuestro interior, ya sea para bien o para mal. Esto es cierto en las iglesias, en matrimonios, en amistades, y en cualquier relación. Las llamas de las contiendas harán que los esclavos del pecado actúen de forma más pecaminosa, y que los cautivos de la gracia actúen con más gracia. Esto hace que la división sea reveladora y purificadora. 

¿Qué distingue a los santos en estas divisiones? Unos cuantos versículos después de que Pablo nos advierte sobre las hierbas malas de las divisiones, nos dice lo que crece en los jardines regados por el Espíritu: amor, no odio; gozo, no quejas; paz, no agitación; paciencia, no irritabilidad; benignidad, no crueldad; bondad, no corrupción; fidelidad, no deslealtad; mansedumbre, no dureza; dominio propio, no complacencia (Gálatas 5:22-23). 

Y la presencia (o ausencia) de cualquiera de estas cualidades se siente aún más en medio del conflicto, ¿verdad? Puede que no nos demos cuenta del amor o la paz hasta que son sorprendentes. Probablemente no apreciemos la paciencia de alguien hasta que lo que se espera sea su impaciencia, su benignidad hasta que lo que se espera sea su dureza, su fidelidad hasta que lo que se espera sea que se rindan y se aparten. Las divisiones cosechan lo que sea que haya crecido en nuestro interior, ya sea bueno o malo, y lo expone para que otros puedan ver.

La hermosura de la autenticidad

Necesitamos ver lo que el conflicto revela (“es necesario que entre ustedes haya bandos”). En ocasiones descubriremos que alguien que pensábamos que era genuino en realidad no lo es. Incluso, esto es misericordia, porque nos permite confrontar en amor a esa persona y llamarla a creer y a arrepentirse. Si alguien ha sido capturado por el pecado, y nadie en su entorno sabe, ¿cómo será liberado? ¿cómo podrá saborear la gracia que solo pretende conocer? El conflicto sacará el pecado de todos nosotros para que podamos ayudarnos a darle muerte (Hebreos 3:12-13). 

Pero el conflicto también pondrá en descubierto la hermosura. Probará la autenticidad de lo genuino, la santidad oculta que no solemos notar de los demás. ¿No es Dios bondadoso al darnos destellos de la buena obra que está haciendo en nosotros?  Es por esto que los seguidores de Jesús pueden regocijarse incluso en medio de las dificultades:

En lo cual ustedes se regocijan grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, sean afligidos con diversas pruebas [¿puede esto haber incluido conflicto relacional dentro de la iglesia (mira 1 Pedro 1:22, 3:8, 4:8)?], para que la prueba de la fe de ustedes, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo. (1 Pedro 1:6-7)

¿Por qué Dios ha permitido el conflicto dentro de la iglesia? En parte, para que podamos ver el oro que está embelleciendo dentro de ella. ¿Qué tan opaco parecería el oro de la fe genuina sin fuego que la refine e ilumine?

Los bandos pueden fortalecer familias

Con el tiempo, la división en iglesias saludables produce unidad, no división. No dejes que el buen fruto del conflicto silencie la indicación clara del apóstol, “Les ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos se pongan de acuerdo, y que no haya divisiones”. Los cristianos no tienen como objetivo el conflicto; nuestro objetivo es el acuerdo y la harmonía en Cristo. No podemos permitir que la utilidad de las divisiones nos vuelvan divisivos. 

Después de todo, el comentario de Pablo, “es necesario que entre ustedes haya bandos”, viene revestido de una visión de unidad. Él está escribiendo sobre la cena del Señor (1 Corintios 11:33-34). Hay un cuerpo, un Espíritu, un Señor, una fe, un bautismo, una Mesa, así que deja de lado lo que sea que esté separando a aquellos que Dios ha unido. 

“Con el tiempo, la división en iglesias saludables produce unidad, no división.”

Los bandos vendrán, y tienen que venir, pero vienen como catalizadores de un sentido de familia más profundo y más significativo. Así que, en cuanto de nosotros dependa, persigamos la unión en la verdad, y recibamos el conflicto en la iglesia como una invitación para explorar y experimentar más de la unión que tenemos en Cristo.

Por: Marshall Segal

Fuente: Some Conflict is Healthy

Traducido por: Mariafernanda Artadi

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