Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

Un Cuerpo, Muchos Motivos

La vital diversidad de las prioridades de la iglesia

Tu cuerpo viviente es maravilloso y magnífico. Puede que estés muy familiarizado con los defectos de tu cuerpo, sus desproporciones, trastornos, y enfermedades, que apenas puedes ver su gloria excepcional. Pero en verdad es asombroso. 

Tu cuerpo es la encarnación de la unidad en la diversidad. Ese está compuesto por un número casi incomprensible de partes únicas que funcionan juntas. Y cada miembro de tu cuerpo, fuerte o débil, prominente o desconocido, es necesario. Estarías abrumado si pudieras ver la lista exhaustiva de todo lo que las diversas partes de ti hacen para que te sea posible moverte por una habitación, o dar una clase, o comer, o jugar a las chapadas con tu hijo, o bailar una pieza de una canción. Tú eres un cuerpo, pero requiere que cada miembro individual de tu cuerpo trabaje en conjunto para que te sea posible hacer lo que haces todos los días. 

Y así es con el cuerpo de Cristo, la iglesia. Es maravilloso y magnífico, aunque puede que nos cueste ver su gloria excepcional porque estamos muy familiarizados con sus defectos, desproporciones, trastornos y enfermedades. También podemos preguntarnos, quizás con frustración, por qué otros miembros no están tan obligados a abordar las necesidades que se nos obligan, o por qué ellos priorizan cosas que a nuestro parecer son prioridades menores. Y aún así, esto es parte de lo que hace a la iglesia verdaderamente asombrosa: cada miembro de su cuerpo, fuerte o débil, prominente o desconocido, es necesario precisamente por su función única dada por Dios. 

Un Cuerpo, Muchos Miembros

La descripción de la iglesia como un cuerpo es más que una simple analogía. Es la revelación de un misterio. La iglesia no es una mera organización, realmente es un organismo. El cuerpo de Cristo está vivo. Y como un cuerpo humano, es la encarnación de la unidad en la diversidad:

Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros. (Romanos 12:4-5).

Captar esta realidad, la iglesia como un cuerpo viviente, es ver un balance hermoso entre la la importancia crucial de lo colectivo y la importancia crucial de lo individual. Ambos son indispensables. 

La iglesia es “un cuerpo”. ¿Qué significa eso? Un cuerpo es una unidad singular creada por Dios para hacer ciertas cosas. Los miembros individuales por sí solos no pueden cumplir con todos los propósitos para los que el cuerpo fue creado. Esos miembros de la iglesia deben trabajar juntos como un todo colectivo para que el cuerpo pueda hacer todo lo que fue creado para hacer. 

Pero la iglesia también es “muchos miembros”. No hay ningún todo colectivo, ningún cuerpo, sin sus incontables y cruciales miembros individuales. El diseño de Dios del cuerpo de Cristo, como el cuerpo humano, es una interdependencia a gran escala de diversos miembros funcionando en roles complementarios para hacer posible que el cuerpo funcione. 

“La iglesia no es una mera organización, realmente es un organismo. El cuerpo de Cristo está vivo.”

Esto es simplemente (y complejamente) glorioso. En este diseño anatómico espiritual, Dios otorga profunda dignidad y honor tanto al todo colectivo, toda la iglesia, y a los miembros individuales, de hecho cada miembro individual.

Cada Miembro Indispensable 

Muchos de nosotros no nos esforzamos por entender cómo la iglesia, el cuerpo colectivo, es necesario para los propósitos de Dios en el mundo. Y muchos de nosotros podemos ver como los miembros particulares del cuerpo también son necesarios. Puede que guardemos dudas de que todos los miembros, especialmente nosotros mismos, son realmente necesarios. Para abordar esta duda común, el Espíritu, mediante Pablo, dice del cuerpo de Cristo,

Si el pie dijera: «Porque no soy mano, no soy parte del cuerpo», no por eso deja de ser parte del cuerpo. Y si el oído dijera: «Porque no soy ojo, no soy parte del cuerpo», no por eso deja de ser parte del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿qué sería del oído? Si todo fuera oído, ¿qué sería del olfato? Ahora bien, Dios ha colocado a cada uno de los miembros en el cuerpo según le agradó. (1 Corintios 12:15-18).

En otras palabras, no podemos confiar en nuestra autovaloración cuando pensamos que no somos importantes. Y tampoco podemos confiar en nuestro juicio cuando pensamos que alguien más no es importante.

Y el ojo no puede decirle a la mano: «No te necesito»; ni tampoco la cabeza a los pies: «No los necesito». Por el contrario, la verdad es que los miembros del cuerpo que parecen ser los más débiles, son los más necesarios. (1 Corintios 12:21-22).


Indispensable es un término bien fuerte. Dios está diciendo a través de Pablo que en su juicio cada persona es importante. Es “Dios [quien] ha colocado a cada uno de los miembros en el cuerpo según le agradó.” Cada miembro tiene un rol dado por Dios para desempeñar por el bienestar y funcionamiento del cuerpo de Cristo. Y esto es igual de cierto para “las partes del cuerpo que estimamos menos honrosas” (1 Corintios 12:18) como para las partes del cuerpo que estamos condicionados a estimar.

Empoderados por el Mismo Espíritu

Una razón importante por la cual Dios considera indispensable a cada miembro individual, es porque cada miembro es habitado, animado y dotado por el Espíritu Santo. 

Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. Pero a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común. (1 Corintios 12:4-7)

Cristo es la cabeza del cuerpo de la iglesia (Colosenses 1:18). Y análogo a como el sistema nervioso empodera a los miembros individuales de nuestros cuerpo para llevar a cabo la voluntad y deseos de nuestras mentes, el Espíritu Santo nos empodera a llevar a cabo la voluntad y deseos de nuestra Cabeza dentro de nuestras funciones únicas en la iglesia. Dios da a cada miembro del cuerpo “la manifestación del Espíritu”, un don, y el poder para ejercerlo, “para el bien común”. Y cada don, pese a ser empoderado por el mismo Espíritu, se manifiesta como “variedades de servicio” y “variedades de actividades”. 

“Es un gran regalo saber que no tenemos que realizar funciones para el cuerpo para las que no hemos sido equipados.”

Variedades de Motivos y Prioridades

Todo esto significa que diferentes miembros van a sentir la necesidad de hacer diferentes cosas. Y eso significa que diferentes miembros se van a sentir de manera diferente ante las prioridades: que necesita ser hecho, que necesita ser dicho. Por ejemplo, algunos sentirán la urgencia de concentrarse en contrarrestar la falsa doctrina en la iglesia, y otros una urgencia por cuidar a personas vulnerables en necesidad, y otros una urgencia por trabajar activamente para poner fin a la maldad del aborto, y otros una urgencia por crear estructuras administrativas mas efectivas para que muchos puedan ser bien servidos, y otros una urgencia por abortardicisiones raciales dolorosas e unjusticia social, y otros una urgencia por darse a la interseción y al ministerio de oración. 

Aquí es donde necesitamos humildad y fe. Todas estas cosas (y muchas más) son muy importantes, y nuestra Cabeza y el Espíritu se preocupan por ellas. Pero ninguno de nosotros como individuos podemos darnos a todas ellas en todo momento. Cada uno de nosotros está llamado a realizar un rol limitado (o roles) dependiendo en lo que el Espíritu nos está empoderando a hacer por el bien común. Nuestros roles pueden cambiar en diferentes temporadas de nuestras vidas, pero sea cual sea el rol en el que nos encontremos en la temporada actual, debemos tener cuidado de no asumir con orgullo que los demás deberían sentir nuestro nivel de urgencia o hacer lo que nosotros estamos llamados a hacer. De igual manera, debemos tener cuidado de no asumir con orgullo actividades que el Espíritu no nos está empoderando o capacitando a hacer. Debemos confiar en la oración en nuestra Cabeza del cuerpo y en el Espíritu para proveer lo que es necesario para el bien común en los momentos y lugares que parezcan bien a ellos. 

Mayordomos de Gracia Multiforme

Un entendimiento robusto y confianza en el diseño glorioso de Dios de un cuerpo unificado compuesto por miembros muy diversos, está destinado a producir gratitud profunda, gratitud a Dios por su gracia increíble hacia todos nosotros, y gratitud por los regalos indispensables que otros son para el cuerpo. Es un gran regalo saber que no tenemos que realizar funciones para el cuerpo para las que no hemos sido equipados. Y es un gran regalo para nosotros saber que hemos recibido una función indispensable para contribuir con el bien común del cuerpo.

El cuerpo de Cristo es maravilloso y magnífico. Es un cuerpo real, un organismo viviente, la encarnación de la unidad en la diversidad. Es asombroso que nosotros “somos un cuerpo… e individualmente miembros los unos de los otros” (Romanos 12:5). Por lo tanto,

Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndose los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios; el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén. (1 Pedro 4:10-11)

Por: Jon Bloom

Fuente: One Body, Many Causes

Traducido por: Mariafernanda Artadi

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