Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

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Te arrepentirás de ceder

Qué hacer cuando te sientas tentado

Chuck Swindoll cuenta la historia de un hombre que cazaba ciervos en el Área de Vida Silvestre de Tehama en el norte de California. Mientras trepaba por un desfiladero rocoso, levantó la cabeza para mirar por encima de una repisa y vio que algo se movía junto a su rostro. Antes de que él se diera cuenta, una serpiente cascabel intentó morderle pero falló. Sin embargo, el ataque fue tan cerca que los colmillos de la serpiente se engancharon en el cuello de su suéter.

Cuando la serpiente se enrolló alrededor del cuello del hombre, él la agarró justo detrás de su cabeza. Una mezcla de silbidos y traqueteos llenaron su oreja a medida que sentía el cálido veneno recorrer su cuello. Trató de sacar los colmillos de su suéter, pero cayó hacia atrás y se deslizó por el terraplén. Usando su rifle, logró desenredar los colmillos, liberando a la serpiente para golpearla repetidamente en su rostro. El hombre explicó más tarde: “Tuve que ahogarla hasta la muerte. Era la única salida” (The Quest for Character, 17-18).

Cuando te enfrentas a la tentación, entras en una batalla aún más peligrosa que tener una serpiente cascabel tratando de atacarte en la cara. Las Escrituras comparan a Satanás no solo con una serpiente sino con un león al acecho que está motivando pasiones dentro de nosotros que luchan contra nuestra alma (Génesis 3:1–6, 4:7; 1 Pedro 2:11; 5:8). Debemos ahogar la tentación hasta la muerte. Es la única salida.

Lo que sigue a continuación son cuatro formas de luchar cuando la tentación ataca.

1. Ora a Dios

Cuando la hora oscura de la tentación cayó sobre sus discípulos, Jesús les dijo dos veces que “oren para que no entren en tentación” (Lucas 22:40, 46). Él sabía la presión que estaban a punto de afrontar, por lo que les recordó: “El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41).

Si Jesús les dijo a sus discípulos que oraran antes de que venga la tentación, ¿cuánto más necesitamos orar una vez que llegue? Cuando la tentación llama a la puerta, debes orar. Necesitas la intervención divina para librarte del veneno del tentador. No necesita oraciones elaboradas, solo oraciones desesperadas entregadas con fe. Las Escrituras proveen abundantes ejemplos:

  • “!Señor, sálvame!” (Mateo 14:30).
  • “¡Señor, socórreme!” (Mateo 15:25).
  • “¡Ten misericordia de nosotros!” (Lucas 17:13).
  • “Te ruego, oh Señor: salva mi vida” (Salmos 116:4).
  • “Desde lo más profundo, oh Señor, he clamado a ti. ¡Señor, oye mi voz” (Salmos 130:1-2).
  • “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal” (Mateo 6:13).
  • Señor, prometiste no “dejar que sea tentado más allá de lo que pueda soportar”, sino “proveer también la vía de escape” (1 Corintios 10:13). ¡Muéstrame el escape!
  • “Creo; ayúdame en mi incredulidad” (Marcos 9:24)

La oración aparta nuestros ojos de la oferta desorientadora del pecado y los coloca en Jesús. A través de la oración, “resistimos al diablo” y “nos acercamos a Dios” (Santiago 4:7-8). A través de ella, confesamos nuestro deseo de pecar y suplicamos ayuda para resistirlo. Le pedimos a Dios que nos dé fuerzas para ahogar la tentación y que el pecado no pueda atacarnos. Cuando seas tentado, ora a Dios. Él es quien nos ayuda y evitará que caigamos (Salmo 121:3).

2. Huye de inmediato

José era guapo y la esposa de su amo se dio cuenta. Mientras la lujuria ardía en su corazón, ella le ofreció la oportunidad de una aventura secreta. Pero José se resistió. Él era leal a su amo y, más allá de eso, dijo: “¿Cómo entonces podría yo hacer esta gran maldad y pecar contra Dios?” Sin embargo, ella insistió “día tras día” hasta que finalmente lo arrinconó a solas. Ella lo agarró por la prenda y le dijo: “¡Acuéstate conmigo!”. En lugar de aceptar su oferta, “dejó su ropa en la mano de ella, y salió huyendo afuera” (Génesis 39:6–12).

José corrió porque no tenía otra opción. Sabía que era demasiado débil para resistir la tentación mientras estuviera solo con la esposa de su amo. Así ahogó la tentación, no quedándose y luchando, sino huyendo. Debemos hacer lo mismo. Cuando la tentación te acorrale, no coquetees con ella, huye de ella.

El pecado quiere convencerte de que un click más en línea, un minuto más en el sofá o una ronda más de una conversación inapropiada es manejable. Pero la tentación entretenida es como la kriptonita para nuestra carne pecaminosa. Cuanto más lo dejamos permanecer, más débil se vuelve nuestra resolución.

“Cuando la tentación te acorrale, no coquetees con ella, huye de ella.”

Es por eso que Pablo le dijo a Timoteo que “huyera de las pasiones juveniles y buscara la justicia” (2 Timoteo 2:22). Haz lo que sea necesario para alejarte de lo que te está tentando. Apaga la computadora. Elimina esa aplicación. Apaga el celular. Corre afuera. Sube al auto y conduce. Haz lo que sea necesario para huir de la voz de la tentación.

3. Llama a un amigo

Emily se sintió abrumada por el ataque de la tentación. Estar sola en su casa durante el fin de semana ofrecía muchas formas de pecar. Pero en lugar de luchar sola, llamó a una hermana de la iglesia. Explicó lo débil que se sentía y pidió ayuda. Su amiga le dijo que empacara una maleta y se quedara con ella el fin de semana. Emily estuvo de acuerdo y, con la ayuda de su amiga, evitó la trampa de Satanás.

No puedes luchar contra el pecado por ti mismo. Dios nos manda “exhortarnos unos a otros cada día, mientras todavía se dice: ‘Hoy’; no sea que alguno de ustedes sea endurecido por el engaño del pecado” (Hebreos 3:13). El pecado nos asegura que pedir ayuda es débil, vergonzoso e innecesario. Pero esta es solo una mentira más de Satanás, quien es “un mentiroso y padre de mentira” (Juan 8:44).

Cuando la tentación ataque, acércate a un amigo y suplica por ayuda. No pongas excusas. Envía un mensaje de texto o haz una llamada de inmediato. Dile a tu amigo o amiga que necesitas ayuda. Dile algo como: “¿Orarías por mí? Me siento débil ante la tentación y necesito tu ayuda”.

El pecado no puede vivir en la luz. Lleva la tentación a la luz de la comunidad y pide ayuda a otros. Si la persona a la que llamaste no te toma en serio, suplica con más urgencia o llama a otra persona. No te desanimes. Sigue luchando, pero no luches solo.

4. Desarrolla un plan a largo plazo

Cuando era joven, mi padre y yo solíamos caminar por los bosques cercanos a nuestra casa, que sabíamos que estaban habitados por serpientes venenosas. Durante nuestra primera caminata, me enseñó una lección importante: que cuando llegas a un árbol caído en el camino, pisa sobre él y luego pasa sobre él. Él me explicó que las serpientes a menudo descansan debajo de los árboles, por lo que si solamente pasamos por encima de un árbol, podríamos asustar a las serpientes y ser mordidos. Pero si pisamos el árbol y luego lo pasamos por encima, crearíamos suficiente distancia para evadir el ataque de la mayoría de las serpientes. Hoy no puedo caminar por ningún sendero en el bosque sin recordar esta lección.

“La oración aparta nuestros ojos de la oferta desorientadora del pecado y los coloca en Jesús.”

Evitar el ataque de una serpiente una vez es bueno. Desarrollar un patrón para evitar ataques es aún mejor. Por supuesto, no podemos evitar que el tentador tente, pero debemos desarrollar un plan para no acercarnos a su guarida (Proverbios 5:8). A lo largo de los años, he desarrollado un plan intencional para “no hacer provisión para la carne” a fin de proteger mi caminar con Jesús (Romanos 13:14).

Jesús nos exhortó a cortar todo lo que pudiera llevarnos a pecar contra Dios (Mateo 5:28–30). A lo largo de los años, he establecido numerosas protecciones en forma de alambre de púas para dificultar la realización de los deseos pecaminosos. Te animo a que busques un amigo y desarrolles una estrategia similar. Las siguientes preguntas pueden ayudarte a comenzar.

  • ¿Cómo estás cultivando la esperanza y el deleite en Jesús?
  • ¿A qué pecados que roban el gozo eres más propenso a ceder?
  • Si Satanás te fuera a tentara, ¿cómo podría hacerlo?
  • Si tuvieras que acceder al pecado, ¿cómo lo encontrarías?
  • ¿Cómo puedes configurar tus dispositivos electrónicos para hacer que pecar de ciertas formas sea imposible?
  • ¿Hay suscripciones que debas cancelar? ¿Números de teléfono que necesitas eliminar?
  • ¿Hay suscripciones de rendición de cuentas que debas configurar?
  • ¿Cuándo eres más susceptible a la tentación? ¿Cómo puedes prepararte para esos tiempos?
  • ¿Qué pasajes de las Escrituras has memorizado o marcado para acceder rápidamente en tiempos de tentación?
  • ¿Qué mentiras eres más propenso a creer y con qué pasajes de las Escrituras puedes combatirlas?
  • ¿A quién le confiesas regularmente tus pecados? ¿A quién puedes llamar cuando te sientas tentado?

No te arrepentirás

Dios rara vez toca nuestras vidas de tal manera que dejamos de amar un pecado arraigado de inmediato. Pero a medida que luchamos contra el pecado y buscamos de Dios, Él cambia nuestros afectos. Empezamos a amar lo que él ama y a odiar lo que odia. Nuestra confianza en la fuerza de voluntad se desvanece y nuestra esperanza se centra en Jesús, quien fue tentado y, sin embargo, resistió en todas las formas en que nosotros no lo hemos hecho (Hebreos 4:15).

No te arrepentirás de resistir al pecado. Te arrepentirás de ceder. Ahoga la tentación refugiándote en Jesús y los medios de gracia que él proporciona: ora a Dios, huye de la escena, llama a un amigo y haz un plan. Al comenzar a luchar de nuevo, recuerda que lo que el pecado promete tanto ahora sólo robará tu gozo en Dios.

Fuente: https://www.desiringgod.org/articles/you-will-regret-giving-in
Traducido por: Daniel Elias

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