Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

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¿Qué pasa si el mal me sucede?

El Señor dice: “No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada.” (Salmo 91:10). Pero, ¿y si el mal me ha sucedido? ¿Qué pasa si el desastre ha entrado en mi tienda? ¿Eso significa que las promesas de Dios no se aplican a mí?
El Salmo 91 ha estado cerca de mi corazón por más de una década. Lo memoricé y se lo recitaba a mi hija menor mientras ella se quedaba dormida todas las noches. Le aseguré que Dios nos protegería, especialmente después de que su padre se fue y nuestro mundo se desintegró. Pero incluso cuando decía esos versículos en voz alta, me preguntaba cómo se relacionaban con nosotras. El mal nos había sucedido. Los ángeles no nos han guardado. Nos sentimos como uno de los diez mil caídos.
Quería preguntar, aunque no me atrevía a decírselo, “¿Dónde estaba Dios en esta angustia?” Quería leer la Biblia y saquearla por promesas, pero muchas de esas promesas me parecían distantes. ¿Cómo iba a interpretar los versículos prometiendo protección, liberación y provisión cuando estaba experimentando lo opuesto?

En la sombra

Hace varias semanas —años después de haber recitado el salmo por primera vez a mi hija— estaba leyendo el Salmo 91 nuevamente. Animada por los primeros versos, solo quería permanecer a la sombra del Omnipotente. Pero al leer las promesas de protección esto trajo viejas desilusiones.
Me di cuenta de que la presencia de Dios en problemas ha sido mucho mejor que la ausencia de problemas sin Él. Click To Tweet
Estaba preocupada porque mi lucha física iba en aumento, y mi mano derecha estaba cayendo rápidamente. Nuevas debilidades habían surgido, y quería alivio de parte de Dios. Quería descansar en las promesas de Dios, pero este pasaje me hizo preguntarme cómo.
Sentí un gruñido familiar burbujeando dentro de mí. ¿No hice de Dios mi morada? ¿Por qué se permitió que el mal me sucediera? ¿Por qué Dios no me había guardado y librado?
Escribí mis inquietudes en mi diario. Quería saber cómo entender este salmo. ¿Cómo se supone que debía leerlo? ¿Debí incluso orarlo? En la tranquilidad, dos pensamientos diferentes vinieron a mí.

Segura en el Reino

Primero, necesitaba repensar mi definición del mal e incluso de rescate y liberación. El mal en realidad puede ocurrirnos, ya que “el mundo entero está bajo el poder del maligno” (1 Juan 5:19). Job esperaba el bien, pero le vino el mal (Job 30:26). Sin embargo, el mal que nos puede suceder es temporal; sus efectos están limitados a esta vida. El peor mal, que es la separación eterna de Dios, nunca se nos acercará. E incluso en esta vida, la intención que tiene el hombre para hacer el mal, Dios la usa para nuestro bien (Génesis 50:20).
En su última escritura registrada, Pablo dice en 2 Timoteo 4:18: “El Señor me librará de toda obra mala y me traerá a salvo a Su reino celestial”. Pablo no fue rescatado de la muerte. Por el contrario, según la tradición, poco después de que se escribiera esta carta, Pablo fue decapitado por Nerón, un hombre innegablemente malvado. Pero Pablo fue rescatado en el sentido más amplio cuando Dios lo trajo a salvo a su reino celestial.
He sido rescatada de las consecuencias de mi pecado. De la condenación eterna. De estar separada de Dios. El verdadero rescate es este: Él nos libró del dominio (de la autoridad) de las tinieblas y nos trasladó al reino de Su Hijo amado (Colosenses 1:13). Entonces, al reconsiderar los términos de maldad y rescate, veo que Dios siempre me protege del mal y siempre me rescata.

Oraciones y promesas

Segundo, el Salmo 91 es un gran pasaje para orar. Es bueno y correcto clamar a Dios por provisión y protección. Él es mi Padre celestial, y se preocupa por cada detalle de mi vida. Él pone mis lágrimas en un frasco y rescata mi vida de la fosa (Salmos 56:8; 103:4). Incluso los cabellos en mi cabeza están contados (Mateo 10:30).
Por todos los días ordenados para mí, el Señor infaliblemente me dará lo mejor, hasta que Él me lleve salvo a casa. Click To Tweet
Él me dice que le traiga todas mis preocupaciones, lo que los Salmos modelan maravillosamente. Me han dado la fuerza para continuar y revivirme cuando estaba débil. De hecho, los Salmos son el libro de oraciones de la iglesia. Pero las oraciones y las promesas en las Escrituras no pueden ser todas interpretadas de la manera que queremos. Muchos de los Salmos son oraciones maravillosas para esta vida, pero prometen solo por la eternidad.

Nuestra ayuda actual

Mientras leo el resto del Salmo 91, estoy cautivada por el final: “Me invocará, y le responderé; Yo estaré con él en la angustia; Lo rescataré y lo honraré” (Salmo 91:15). Sentí que el Señor me preguntaba: ¿No he estado siempre contigo en la angustia? ¿Alguna vez te he abandonado? ¿No te hablo? ¿Ves cómo te rescaté?
Dios me ha rescatado gloriosamente. Él me ha hablado a través de las Escrituras. Él ha sido abundantemente fiel a su palabra, y nunca me ha abandonado.
Mi desaliento vino porque quería que Él me liberara de los problemas en miagenda y respondiera a todas mis peticiones con un “sí” inmediato. Pero mientras meditaba en el versículo 15, me di cuenta de que la presencia de Dios en problemas ha sido mucho mejor que la ausencia de problemas sin Él.

Hasta que termine el peligro terrenal

Mientras leo el Salmo 91 ahora, lo veo con una perspectiva diferente. Dios me ha dado todo lo que necesito. Puedo permanecer a la sombra del Omnipotente para siempre. El verdadero mal nunca me sobrevendrá. Debido a Jesús, nunca experimentaré la recompensa de los malvados.
Cuando estoy en peligro terrenal, puedo pedirle a sus ángeles que me guarden en todos mis caminos. Puedo contar con Él como mi refugio y mi fortaleza. Estar seguro de que estará conmigo en la angustia. Clamar a Él por protección. Y cuando clamo a Él, este es mi consuelo sólido como la roca: por todos los días ordenados para mí, el Señor infaliblemente me dará lo mejor, hasta que Él me lleve salva a casa.
Por: Vaneetha Rendall Risner © Desiring God Foundation.
Fuente: “What If Evil Does Befall Me?”.
Traducido por: Daniel Elias.

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