
"Preferiría morir", carta a un posible adúltero
“Señor, por favor, mátame antes de engañar a mi esposa.”
Esta es una oración que oré muchas veces cuando me acababa de casar. No estoy diciendo que era maduro o bíblico, pero te da una idea de mi manera de pensar. Nunca quise traer vergüenza a la iglesia, y sabía que este potencial hacia la maldad estaba en mí.
Pasé mis años de soltería luchando con la pureza y a menudo fallando. A veces la lucha consumía todo mi tiempo. Los días se llenaban de una culpa paralizante que me impidió un ministerio efectivo y disfrutar de Jesús. Intenté muchas cosas para disciplinarme a mí mismo. Al punto de incluso decidir que si me entregaba a la lujuria, pasaría el día siguiente ayunando. Esto me obligó a pasar días en la oración, pidiendo por más fuerza y autocontrol. He descubierto que cuando uno se abstiene de comer, hace que el abstenerse del pecado sea más fácil. Aunque no funcionó perfectamente, fue útil (y perdí algunos kilos).
La Biblia es clara y sencilla cuando se trata de la impureza: ¡Corre! “Huye, pues, de las pasiones juveniles y sigue (busca) la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que invocan al Señor con un corazón puro” (2 Timoteo 2:22). Huye de la tentación y corre hacia la justicia. La manera en que cada uno de nosotros puede perseguir esto puede parecer diferente, pero aquí hay algunos pilares que me han ayudado en mi camino.
El temor puede ser bueno
Las Escrituras enseñan: “El principio de la sabiduría es el temor del Señor” (Salmo 111:10). Estoy agradecido de que por su gracia, Dios me ha dotado de un profundo temor de él.
Hace muchos años, recuerdo haber leído un artículo sobre un hombre que tuvo un infarto fatal de miocardio mientras tenía relaciones sexuales con una prostituta. Me imaginé lo aterrador que debió haber sido que ese hombre entrara en la presencia de un Dios santo en ese momento. Si ninguna otra cosa te guarda del adulterio, tal vez el hecho de que el Dios Todopoderoso pueda quitarte la vida en medio del mismo acto te aterrorizaría lo suficiente como para que te arrepientas.
Fue años más tarde que un amigo mío, un compañero pastor, cometió adulterio con su asistente. No lo vi por meses después de que sucediera. Cuando vino a mi oficina, se veía terrible. Procedió a contarme toda la historia. Me explicó cómo una cosa llevaba a otra, y antes de darse cuenta ya había cometido el acto que él mismo predicaba en contra durante años.
Lo que más me impactó fue cuando él me explicó sus pensamientos y sentimientos después de pecar. Me contó cómo seguía mirando su revólver, tentado a apretar el gatillo. Pensaba que todos estarían más felices si estuviera muerto. El marido de la otra mujer estaría más feliz. Su propia esposa e hijos estarían más felices. Su iglesia estaría más feliz. Sólo por la gracia de Dios aún seguía vivo.
Por supuesto, quitarse su propia vida como resultado del adulterio sólo sería multiplicar el pecado. Pero estaba impresionado por la miseria que él sentía. ¡Él pensaba seriamente que sería mejor estar muerto que haber hecho esto y vivir con las consecuencias! Su miseria era a la vez una llamada de atención y una advertencia para mí. El temor puede ser una gran gracia.
Disciplina vigilante
Mi búsqueda de la pureza sexual ha sido una disciplina. He dicho como el apóstol Pablo: “Más bien, pongo mi cuerpo bajo disciplina y lo hago obedecer; no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo venga a ser descalificado.” (1 Corintios 9:27 RVA).
Vivo cada día con una severa precaución. Rara vez aconsejo a las mujeres, y nunca lo hago sólo. No iría a ninguna parte con una mujer a solas. En 23 años, nunca he estado en un auto sólo con otra mujer (aparte de parientes). Se ha sentido tonto a veces decirle incómodamente a las mujeres que tenían que conducir por separado a pesar de que íbamos a la misma ubicación, pero creo que ha valido la pena. Mi esposa tiene acceso a todas mis cuentas de correo electrónico, registros telefónicos, y no tengo un perfil de Facebook. No hay secretos entre nosotros.
Tengo amigos alcohólicos que fueron sobrenaturalmente liberados de cualquier deseo de alcohol. Tengo otros amigos que oran por liberación, pero son tentados diariamente. Se niegan a tomar alcohol en sus casas, y se mantienen alejados de situaciones tentadoras. Después de leer la carta de John Piper a un posible adúltero, parece que su historia ha sido una de liberación sobrenatural, mientras que la mía ha sido una de disciplina y fuerza diaria. Creo que Dios se glorifica en ambas historias.
Enfocado en la misión
Al principio de mi caminar en el cristianismo, me enfocaba sólo en huir del pecado. Creo que esto era bueno y correcto, pero no completo. Más tarde descubrí la verdad de Gálatas 5:16, “Anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne”.
Dios nos llama no sólo a huir de la tentación, sino a correr hacia Él. Él promete que cuando estemos andando por el Espíritu, no satisfaremos los deseos de la carne. Ya que he seguido al Espíritu de Dios en un ministerio significativo, ha sido asombroso ver disminuir el deseo por el pecado. La sensación del Espíritu Santo manifestándose a través de mí para bendecir a otros me llena completamente, evitando los deseos pecaminosos que de otra manera podrían haber tenido espacio para crecer (1 Corintios 12:7).
Es como jugar en un partido intenso de baloncesto. Se tiene una visión limitada. Ganar es en todo lo que pienso. Mi mente no se distrae un poco. De la misma manera, cuando mi esposa y yo estamos persiguiendo intensamente la causa y el reino de Dios, nuestras mentes no vagan hacia el pecado. Los soldados permanecen enfocados cuando están en batalla. “El soldado en servicio activo no se enreda en los negocios de la vida diaria, a fin de poder agradar al que lo reclutó como soldado” (2 Timoteo 2:4). Es cuando nos relajamos, cuando nos olvidamos de que realmente estamos en una misión, que el problema viene.
Más de Jesús
Esta misma mañana, leí en el Salmo 73,
Sin embargo, yo siempre estoy contigo; tú me has tomado de la mano derecha. Con Tu consejo me guiarás, y después me recibirás en gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos, sino a Ti? Fuera de Ti, nada deseo en la tierra. (Salmos 73:23-25)
Imaginé a Dios sosteniendo mi mano derecha, guiándome, recibiéndome en gloria. Cuanto más lo imaginaba, más comprendía por qué el siguiente versículo dice: “Fuera de Ti, nada deseo en la tierra” (Salmo 73:25). Toma tiempo para meditar en estas verdades. Si eres como yo, tiendes a tomar los mandamientos de Dios más seriamente que sus promesas. Él quiere que tengamos fe en ambos, y que encontremos el placer en ambos.
Aunque tengo cincuenta años y he estado caminando con Jesús desde la escuela secundaria, en realidad ha sido durante los últimos años que he crecido significativamente en mi disfrute de Él. Hace unos meses, le dije a un amigo que no quería tener ningún pecado en mi vida porque estoy disfrutando de una comunión muy estrecha con Jesús. Esa fue una experiencia nueva para mí.
El temor, la disciplina y la misión son motivaciones bíblicas — y me han ayudado en mi búsqueda de la santidad. Pero ahora que he estado disfrutando de una conexión más profunda con Jesús, siento que las he omitido.
Dudé en escribir esta carta después de leer la de Piper. He estado orando las cinco oraciones que él sugiere, y ha sido transformador. Ha abierto mis ojos a la superficialidad de mis oraciones, y trajo una nueva satisfacción en mi vida. Hizo que me pregunte si la lucha podría haber sido menor, y el camino más dulce, si hubiera leído y seguido su carta hace años.
O tal vez el camino a la justicia se verá diferente para cada uno de nosotros, siempre y cuando lleguemos a un lugar de disfrute más profundo en Jesús.
Por: Francis Chan © Desiring God.
Fuente: “I Would Rather Die”.
Traducido por: Daniel Elias.
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