
Por Su Muerte – Ep. 21
“Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por Su vida.” – Romanos 5:10
El dolor de las circunstancias presentes puede ser muy agudo. Si indagas un poco, casi todas las personas tienen una historia por contar. Los cinco sentidos se unen para gritar “¡Esto no puede estar bien!”. Dolor de iglesia, dificultades económicas, enfermedades, accidentes, hijos rebeldes, comportamiento compulsivo podrido, malestar político, violencia y miedo en las calles, resentimiento y división familiar, angustia matrimonial, sentirse completamente incomprendido, o algo completamente distinto. El tema es que se siente horrible, y te hace querer rendirte.
Antes de ver el versículo de Romanos, puede ayudar ver el mismo punto en dos versículos de la profecía de Isaías. Cuando Jesús caminó en la Tierra, el libro de Isaías ya tenía 700 años de antigüedad. Para Él hubiera sido como un documento del imperio Chimú, o uno de finales de la Edad Media. Lo que dice es maravilloso, especialmente porque muy a menudo leemos la Biblia pensando que es poco más que un manual de vida religioso o filosófico, una lista anticuada sobre lo que se debe hacer y lo que no. Si no cuesta entender la Biblia, por ejemplo Isaías 53, “sufrimiento del siervo del Señor”, estamos en buena compañía. Hechos 8 habla de un político africano de alto rango que sabía que no sabía, leer conmigo:
“Pero quiso el Señor quebrantarlo, sometiéndolo a padecimiento. Cuando Él se entregue a Sí mismo como ofrenda de expiación, verá a Su descendencia, prolongará Sus días, y la voluntad del Señor en Su mano prosperará. Debido a la angustia de Su alma, Él lo verá y quedará satisfecho. Por Su conocimiento, el Justo, Mi Siervo, justificará a muchos, y cargará las iniquidades de ellos.” Isaías 53:10-11
Al menos tres cosas ofensivas son abundantemente claras:
- En primer lugar el siervo justo enfrentó circunstancias horribles, “quebrantado”, “padecimiento”, y “angustia de Su alma” no son difíciles de entender, y todo en nosotros se aparta de tales experiencias.
- En segundo lugar, “Pero quiso el Señor quebrantarlo” significa que esas horribles circunstancias no eran simplemente efectos secundarios lamentables-pero-de-alguna-manera-necesarios de un bien mayor, eran la (sorprendentemente) directa y deliberada voluntad de Dios.
- En tercer lugar, (ofensivo para nuestra manera de pensar natural) la misma voluntad del Señor obró para la satisfacción personal del siervo sufriente (“quedará satisfecho”), y “justificará a muchos”, lo cual es hermoso y precioso.
Yo no sé qué circunstancias te están esperando a ti o a mí, pero las posibilidades de escapar de los momentos difíciles en este mundo caído son pequeñísimas. Lo que sí sé es que Dios obra propósitos hermosos en circunstancias horribles, y siento que esta verdad es muy necesaria en nuestros días de furor de mentalidad de víctima.
Ahora, veamos la misma idea expuesta en Romanos 5:10, el versículo al inicio de la página. “Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por Su vida.” – Romanos 5:10
Lo que sea que haya sido logrado, fue logrado “por la muerte de Cristo”, la cual fue horrible en todo sentido que puedo imaginar. Fue horrible, sí, pero definitivamente no fue por las puras, Dios estaba obrando propósitos hermosos específicos. ¿Qué fue lo que se logró? Un escritor se tomó el tiempo para describir 50 propósitos independientes, en este versículo vamos a ver dos de ellos.
- “Cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios”. El propósito de reconciliarnos con Dios (nada menos que cuando vivíamos como enemigos de Dios).
- “mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por Su vida”. El propósito de salvarnos cada día de nuestras vidas, hasta la eternidad.
Sabemos que incluso las circunstancias más horribles no quieren decir que hermosos propósitos no están siendo ejecutados, podemos sonreír en la tormenta, y sabemos eso por la muerte de nuestro Señor Cristo Jesús.
Por: David Bhadreshwar
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