Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

Por Su Muerte – Ep. 19

19. Por Su muerte nuestra propia muerte ha sido transformada.

“Entonces Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».” – Lucas 23:43

“Está decretado que el hombre muera” escribió el autor de Hebreos. La muerte es segura, sabemos que es así, y el resto del versículo no debería sorprendernos: 

“Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio” (Hebreos 9:27).

“De modo que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí mismo”, resuena Romanos 14:12.

Lo que decimos y hacemos en verdad cuenta, sabemos instintivamente que es verdad al reflexionar sobre los miles de actos y comentarios aparentemente pequeños hechos por otros que han marcado nuestras vidas. Tal vez ellos se han olvidado, pero nosotros cargamos las cicatrices. ¿Importarán para alguien? Sí. La Biblia dice que este juicio tomará lugar después de la muerte. 

Eso definitivamente crea un gran problema para cada hombre y mujer. La muerte no solo es una separación de esta vida, lo que viene después de la muerte es el juicio. Esto es lo que la Biblia dice. Juicio para mí, para ti, para tu papá y tú mamá, para tus hijos, para cada persona de tu barrio. Después de la muerte viene el juicio.

“Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras, y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda»” (Apocalipsis 21:8)

Entonces, ¿qué vamos a hacer con las palabras de nuestro Señor al ladrón moribundo? “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso”. ¿Cómo funciona eso? Pensemos en las personas que este varón había mutilado, los huérfanos producidos por su violencia y  su avaricia. La muerte debería haber sido una trampa irreversible hacia el juicio y la condenación eterna. Él se lo merecía.

Sin embargo, por Su muerte el Señor Jesús transforma la muerte de este hombre, lo cual me da el valor para decir que Cristo puede transformar tu muerte y la mía. 

La Biblia dice que después de la muerte el ladrón estará “con” el mismo Jesús, no con Jesús como juez condenando al rebelde, sino abrazándolo como un amigo en “el paraíso”, y que eso será “hoy”. Debería haber sido una senda directa a la condenación, pero en vez de eso es una bienvenida personal al paraíso. Esta es una gran transformación. 

Quiero que veas como la muerte de Cristo en la cruz significa de manera singular que en Él mi propia muerte ha sido transformada. 

“¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde, oh sepulcro, tu aguijón?». El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley” (1 Corintios 15:55-56).

La ley no es mala, pero la ley revela nuestra maldad. Nuestra infracción de la ley revela nuestro pecado. Nuestro pecado significa que el juicio de la muerte no nos irá nada bien. Pablo declara nuestro problema y asimismo la acción de Dios de manera tan clara en Romanos 8:3,

“Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo: enviando a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne [de Jesús en la cruz]”.

La ley nunca nos podría ayudar a tener un veredicto “sin culpa”, el problema era nuestra debilidad y pecaminosidad. Nosotros pecamos. En los tiempos de canto en la iglesia, cantamos y damos mucha importancia a la muerte sustitutiva de Cristo, porque lo que la ley no pudo hacer, Dios lo ha hecho por la muerte de nuestro Señor en la cruz. 

No solo se transforma el juicio de la muerte, sino también el triunfo de la muerte. Un moribundo no es útil ni glorioso. La muerte vence por completo. Las facultades se van, ya sea de manera súbita y catastrófica en un accidente de carro, o poco a poco en el proceso de envejecimiento prolongado, hasta que se elimina incluso la habilidad de mantenerse vivo. 

La mamá ya no puede amar, el papá ya no puede proteger ni nutrir, el esposo ya no puede apreciar, el músico ya no puede tocar, el doctor ya no puede sanar, el ingeniero ya no puede solucionar problemas. La impotencia que la muerte trae, pone una sombra sobre toda actividad humana. ¿Es mi vida lo que puedo cumplir en estos pocos años? ¿y si nunca me hago famoso? ¿ahí queda todo? ¿cuenta para algo? ¿son mis mejores años solo una memoria distante? ¿qué esperanza hay para el futuro? ¿por qué debería perseverar si mis fuerzas me están fallando? 

Por Su muerte, el triunfo de la muerte queda anulado, ¿cómo es eso? La muerte no pudo contener a Jesús, ni tampoco podrá contener a ningún hombre o mujer, niño o niña en Él. “[sus cuerpos] se siembra en deshonra, se resucita en gloria; se siembra en debilidad, se resucita en poder” (1 Corintios 15:43). Mi salvador será aún glorificado en mi cuerpo transformado, mis debilidades actuales o futuras no me definen, tampoco me definirán.

Así que, por su muerte en la cruz, la muerte del creyente ha sido transformada – aceptación en vez de condenación, y cuerpo deteriorado siendo glorificado.

Oh, ¿puedes regocijarte de que tu muerte ha sido transformada, maravillosa y ciertamente transformada por Su muerte en la cruz? 

Por: Por: David Bhadreshwar

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