Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

Por Su muerte – Ep. 17

17. Por Su muerte ha sido demostrado que nuestra debilidad no tendrá la última palabra.

“Después de esto, sabiendo Jesús que todo ya se había consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed».” – Juan 19:28

Debilidad, nuestra debilidad es real. 

La palabra utilizada en el griego original significa literalmente “sin fuerzas”. Ser “inútiles”, “incapaces”, o “carentes” nos persigue a muchos de nosotros. Nos comparamos con seres menores, alardeamos (y posteamos) nuestros logros, y nos cuidamos de tomar riesgos que puedan exponer nuestras deficiencias. Una mirada honesta revela que nos quedamos cortos física, médica, moral, mental, emocional e intelectualmente, por nombrar solo algunas esferas de la vida. La gente habitualmente nos defrauda y nosotros, a su vez, habitualmente decepcionamos. La debilidad abunda, dejando daño y desilusión a su paso.

Amigo, nuestra sociedad huye del tema de la debilidad, y necesitamos escuchar el remarcable mensaje del evangelio refiriéndose al creyente débil, “Dios ha escogido lo débil del mundo” (1 Cor 1:27), “los miembros del cuerpo que parecen ser los más débiles, son los más necesarios” (1 Cor 12:22), “me gloriaré en cuanto a mi debilidad” (2 Cor 11:30), “el poder [de Cristo] se perfecciona en la debilidad». Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí… me complazco en las debilidades… porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2 Cor 12:9-10). ¿Quedaba aún alguna duda sobre el compromiso de nuestro Señor Cristo Jesús con los débiles? Tenemos la gracia incomparable de Romanos 5:6 “Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos.”

La mera muerte de Cristo sirve para respaldar la esperanza que se extendió a los débiles y necesitados. Murió por nosotros mientras éramos incapaces, e impíos con ello.

Es precisamente aquí, donde se resalta más la distancia entre nosotros (débiles y confiablemente poco confiables) y el Señor Cristo Jesús (fuerte y cabalmente capaz), que Él elige acercarse para identificarse con nuestras debilidades. 

Un versículo clave es 2 Corintios 13:4 “Porque ciertamente Él fue crucificado por debilidad, pero vive por el poder de Dios” Si “Mi Dios, mi Dios, ¿por qué me has abandonado?” es el clamor del abandono, entonces “tengo sed” es el grito ahogado de debilidad. Él está cumpliendo la profecía de Salmos 69, dada 1000 años atrás, “Cansado estoy de llorar; reseca está mi garganta”, y “… para mi sed me dieron a beber vinagre.” (v4, 21)

Esto es gracia sublime, como Él siempre ha sido, y sigue siéndolo, la fuente verdadera de agua viva. ¿Acaso Él no dijo “el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás”? ¿Qué hay de esa vez que él se paró en el gran día del festival e invitó: “Si alguien tiene sed, que venga a Mí y beba”? En la cruz, es el mismo hombre que jadea al decir “tengo sed” en debilidad. Nuestro Señor Cristo Jesús conoce la debilidad profunda, esto lo sabemos por Su muerte. 

Sin embargo, algo más grande, que el hecho de que Él se identificara mansamente con nosotros, pasó en Su muerte. Mira como Pablo lo explica, “Él fue crucificado (pasado) por debilidad, pero vive (actualidad) por el poder de Dios”. Él fue crucificado en debilidad, pero AHORA vive en poder de Dios. Su debilidad no tuvo la última palabra en Su vida, ni tampoco la tendrá la debilidad de cualquier persona en Cristo, “se siembra en deshonra, se resucita en gloria; se siembra en debilidad, se resucita en poder”. Por Su muerte y resurrección, sabemos que nuestras debilidades presentes no nos definen. Su poder se perfecciona en nuestra debilidad. 

Quizás te sientas completamente sin fuerzas para enfrentar lo que debe ser enfrentado. Quizás sientas que las fuerzas que te rodean estén listas para lanzarse como una envoltura al viento. Para cerrar, echa un vistazo a Hechos 13:29-30, “Cuando habían cumplido todo lo que estaba escrito acerca de Él, lo bajaron de la cruz y lo pusieron en un sepulcro. Pero Dios lo levantó de entre los muertos”. ¿Sentiste esa fuerza de cambio de juego de “pero Dios lo levantó de entre los muertos”? Espero que sí. Los tipos malos lo mataron y lo metieron a una tumba, “PERO DIOS…”.

En la muerte de Cristo, puedes ver y yo oro que tú puedas saber que así como Su verdadera debilidad no tenía la última palabra sobre Él, Dios sí, quien lo levantó, para que tú también en Cristo seas fortalecido y levantado. Sabemos que nuestras debilidades no nos definirán por Su muerte y resurrección.

Por: David Bhadreshwar

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