
Por Su muerte – Ep. 16
16. Por Su muerte es obvio que la salvación no fue sin costo alguno.
“Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46 Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: «Elí, Elí, ¿lema sabactani?». Esto es: «Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?».” – Mateo 27:45-46
Una de las razones para celebrar el sacrificio del precioso Hijo de Dios, es nuestra tendencia a olvidar que nuestra salvación no costó nada. Sea lo que sea, ciertamente no fue barato. En la Biblia, esto no es para generar cierto tipo de esclavitud de “saldar la deuda”, en cambio tiene que ver con la manera en la que vivimos nuestras vidas aquí y ahora; encontramos estos 4 ejemplos:
- Pureza: “Ustedes no se pertenecen a sí mismos, porque [Aquí está la razón por la que le perteneces a otro] han sido comprados por un precio. Por tanto, [aquí viene la obediencia lógica] glorifiquen a Dios en su cuerpo. “ (1 Corintios 6:19-20). El hecho de ser comprados por un precio está destinado a cambiar nuestra moral.
- Amor: “Por lo cual te digo que sus pecados, que son muchos, han sido perdonados, porque amó mucho (su gran amor es evidencia de haber sido perdonada por mucho) ; pero a quien poco se le perdona, poco ama.” (Lucas 7:47). El hecho de ser perdonados crea amor, el cual es necesariamente proporcional a cuánto siento yo, que el perdón costó. Pocas personas son movidas emocionalmente por pasar por alto una ofensa que causó poco daño. Sentir el horrible precio pagado crea amor.
- No ser cortos de vista: ¿Quién puede calcular el daño causado por nuestros “puntos ciegos”? Nadie quiere ser conocido como “corto de vista”, una persona miópica, en términos de cómo viven. Es precisamente cuando un hombre olvida que ha sido limpiado (por alguien más pagando algo), que se convierte “ciego o corto de vista [¿cómo pasó eso?], habiendo olvidado la purificación de sus pecados pasados” (2 Pedro 1:8-9).
- El temor del Señor en nuestra conducta: Es cuando sabemos que nuestro rescate no fue pagado con oro o plata como para vivir una vida caracterizada por el temor del Señor “… condúzcanse con temor durante el tiempo de su peregrinación. Ustedes saben que no fueron redimidos de su vana manera de vivir heredada de sus padres con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha: la sangre de Cristo” (1 Pedro 1:18-19).
Por Su muerte sabemos algo sobre el costo pagado para liberarnos. Salmo 19 empieza con la verdad gloriosa de que los cielos declaran la gloria de DIos. Pero cuando Cristo fue crucificado, desde el mediodía “hubo oscuridad”, como si los cielos estuvieran declarando la agonía de Dios. Nadie sabía cuánto duraría la oscuridad, esto debe haber sido sumamente aterrador. Hacia el fin de la tercera hora se escuchó un grito aún más escalofriante, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. El Señor Jesús citó el Salmo 22, y hacemos bien al estar asombrados ante ese clamor de desolación. Si fuera yo preguntando, “¿pero por qué?” la respuesta bien podría ser, “¿en serio? ¿Cuánto tiempo tienes?” Los mejores de nosotros están en una escala entre “intentando pero imperfecto” y “lo haré a mi manera, disculpa si eso te molesta”. Sea como sea, hay muchas razones para que Dios nos deje, sin embargo eso no aplica para el Señor Jesús, considera lo siguiente:
- “Y se oyó una voz de los cielos que decía: «Este es Mi Hijo amado en quien me he complacido»”. (Mateo 3:17)
- “El Padre ama al Hijo y ha entregado todas las cosas en Su mano” (Juan 3:35)
- “Pues el Padre ama al Hijo, y le muestra todo lo que Él mismo hace..” (Juan 5:20)
- “Y Aquel que me envió está conmigo; no me ha dejado solo, porque Yo siempre hago lo que le agrada.” (Juan 8:29)
- “Por eso el Padre me ama, porque Yo doy Mi vida para tomarla de nuevo.” (Juan 10:17)
- “.. no estoy solo, porque el Padre está conmigo.” (Juan 16:32)
Dios es amor. A lo largo de la eternidad el Padre ha amado al Hijo, el Hijo ha amado al Padre, entre ellos no había fluido nada más que el amor. Sin embargo, de la oscuridad vino el fuerte grito: “abandonado”. Aquí estamos sin duda en tierra sagrada, pues esta fue la pastilla amarga, y el precio inimaginable. 700 años antes, Isaías nos dio 17 descripciones de lo que pasó en esa oscuridad. Cubramos nuestras bocas con las manos y alabemos mientras leemos lo que nuestra salvación costó:
“Ciertamente Él llevó nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores. Con todo, nosotros lo tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido. Pero Él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, y por Sus heridas hemos sido sanados…. El Señor hizo que cayera sobre Él la iniquidad de todos nosotros… Pero quiso el Señor quebrantarlo, sometiéndolo a padecimiento. Debido a la angustia de Su alma, Él lo verá y quedará satisfecho… Y cargará las iniquidades de ellos…. Porque derramó Su alma hasta la muerte Y con los transgresores fue contado; llevó el pecado de muchos.. “ (Isaías 53:4-6, 10-12).
En el evangelio el pecador escucha “Nunca te dejaré ni te desampararé” (Hebreos 13:5-6), por Su muerte en la cruz, ese compromiso con nosotros viene por pura gracia. La misma gracia se convirtió en un costo tremendo para Él. Lo que nosotros merecíamos, “Cristo murió… el justo por los injustos” ¿Por qué? “para llevarnos a Dios” (1Pedro 3: 18)
Por Su muerte verdaderamente vemos que nuestra salvación no costó nada.
Por: David Bhadreshwar
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