Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

Pecado

Matar el pecado no te hace nuevo

Si pasamos la vida cristiana por simplemente matar el pecado, nos privamos de la esperanza más profunda y de las alegrías más elevadas.
Sí, cada verdadero cristiano matará el pecado. Cualquier otra versión o distorsión del cristianismo fracaza al mostrar por lo que Cristo murió. “[Despójense] del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos” (Efesios 4:22). “Porque si ustedes viven conforme a la carne, habrán de morir; pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne (del cuerpo), vivirán” (Romanos 8:13). Si no matamos al pecado, moriremos en nuestro pecado. Pero si hacemos la guerra contra nuestro pecado, en el poder del Espíritu, demostramos que Cristo está vivo en nosotros, y que nunca moriremos.
Matar el pecado es esencial para la vida cristiana, pero no es la esencia de la vida cristiana. Cuando Cristo nos llama a negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz a diario y seguirle —él nos convoca a negarnos a nosotros mismos— lo hace para que “[tengamos] vida, y para que la [tengamos] en abundancia” (Juan 10:10). Lo que obtenemos es mucho más grande que cualquier cosa que desechemos o dejemos atrás.

El nuevo tú

Dios nos ha dado listas de pecados para matar. Por ejemplo, Colosenses 3:5, 8-9: “Por tanto, consideren los miembros de su cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría… Pero ahora desechen también todo esto: ira, enojo, malicia, insultos, lenguaje ofensivo de su boca. Dejen de mentirse los unos a los otros, puesto que han desechado al viejo hombre con sus malos hábitos”.
No podemos seguir a Cristo sin desechar algo, pero eso no significa que seguir a Cristo se trata solo de lo que desechamos.
Solo sigue leyendo en Colosenses 3, el próximo versículo: “… y se han vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquél que lo creó” (Colosenses 3:10). No solo has desechado a tu yo anterior. Te has vestido de un nuevo yo. Y tu nuevo yo se parece cada vez más a Aquel que lo creó y sostiene cada rincón del universo. Tan horrible como cuando mirábamos nuestro pecado cuando Dios nos encontró, ahora estamos siendo reconstruidos y refinados a su impresionante imagen.
Encontramos un lenguaje similar en 2 Corintios 4:16: “Aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día”. Nos estamos convirtiendo en la imagen de un Dios infinitamente grande y perfectamente santo. Ese proceso sucede dolorosamente lento —un día a la vez— de un precioso grado de gloria a otro (2 Corintios 3:18).

El poder de conocer a Dios

Pero, ¿cómo estamos siendo cambiados? “[Ustedes] se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador” (Colosenses 3:10 NVI). ¿Qué significa ser renovado “en conocimiento”?
Esta no es la primera mención de “conocimiento” en Colosenses:

No hemos cesado de orar por ustedes, pidiendo que sean llenos del conocimiento de Su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual, para que anden como es digno del Señor, haciendo en todo, lo que Le agrada, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios. (Colosenses 1:9-10)

Vestirse del nuevo hombre no es algo que en primer lugar hacemos, sino algo que conocemos –y en particular, alguien que conocemos. Note cómo el conocimiento es el inicio y el final de este tipo de crecimiento espiritual. El conocimiento nos capacita para caminar de una manera digna del Señor, “para que anden…” —y andamos de una manera digna del Señor porque queremos conocerlo más— “creciendo en el conocimiento de Dios”.
La madurez cristiana no está solo enmarcada por los pecados que han sido puestos a muerte, sino por un conocimiento personal más profundo y una intimidad con Dios, y un compromiso más profundo con su pueblo, la iglesia (Efesios 4:13). Sí, la fornicación, el enojo y el engaño están siendo desechados. Pero algo asombroso está siendo puesto en su lugar: el amor. De nuevo, Pablo ora: “Esto pido en oración: que el amor de ustedes abunde aún más y más en conocimiento verdadero y en todo discernimiento” (Filipenses 1:9).

¿Vestirse de qué?

A medida que profundizamos nuestro conocimiento de Dios, en relación con él, descubrimos nuevos aspectos y expresiones de este nueva naturaleza. ¿Cómo se ve el nuevo yo? “Entonces, ustedes como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia (tolerancia)” (Colosenses 3:12). Perdón (Colosenses 3:13). Paz y gratitud (Colosenses 3:15). Y “sobre todas estas cosas, vístanse de amor” (Colosenses 3:14).
El nuevo tú no se define principalmente por lo que has desechado —por los pecados que has puesto a muerte— sino por la evidencia de que Cristo vive en ti por su Espíritu. Como cristianos, no nos definimos por las cosas a las que decimos que no, sino por a quien finalmente decimos que . La gente notará que nos abstenemos de fornicación, e incluso pueden preguntar por qué. Pero Pablo dice: “Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha” (1 Corintios 13: 3). Y Jesús dice: “En esto conocerán todos que son Mis discípulos, si se tienen amor los unos a los otros” (Juan 13:35).
Puedes evitar la pornografía por completo, evitar hervir en enojo, nunca engañar en tus impuestos y aún así odiar a Jesús. Pero no puedes experimentar la compasión, la humildad, la paz, el gozo y el amor que solo llegan a quienes le aman.

El pecado se ha ido, el gozo ha llegado

Si escuchas el llamado para “[vestirte] del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquél que lo creó” (Colosenses 3:10) y solo te quejas por lo que tienes que abandonar o te lamentas por el pecado que queda en tu vida, no has escuchado la belleza de lo que Pablo está diciendo. Si estás haciendo la guerra contra el pecado, ahora te estás convirtiendo en alguien nuevo y mejor. El Espíritu no solo te está empoderando para decir “No” donde has dicho “Sí” mil veces antes. Él también te está empoderando para decir “Sí” de maneras que nunca antes has podido.
A medida que te vistes en tu nueva naturaleza, andando de una manera digna del Señor, estás  “[siendo] [fortalecido] con todo poder según la potencia de Su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia, con gozo” (Colosenses 1:11). Sí, nos negamos a nosotros mismos cuando llega la tentación. Sí, sufrimos por todo el pecado que permanece en nosotros. Pero nos negamos y sufrimos, vivimos y soportamos con gozo. La gente deja de cometer pecados por todo tipo de razones, pero nadie disfruta de Jesús sin la ayuda de Dios —sin que Dios nos haga completamente nuevos.
Desecha lo que queda de tu vieja naturaleza, pero no te detengas solo en matar el pecado. “Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” (Efesios 2:10). Vístete, por el poder de su Espíritu, de lo que nadie más en el mundo puede tener de otra manera. Dios nos dio una vida nueva en Cristo no solo para decir no al pecado, sino para decir sí a otras mil cosas, en amor.
Por: Marshall Segal © Desiring God Foundation.
Fuente: “Killing Sin Does Not Make You New”.
Traducido por: Daniel Elias.

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