Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

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¿Es genuino mi arrepentimiento si sigo cometiendo el mismo pecado?

Un oyente de podcasts llamado Doug en Ohio nos escribe con una pregunta muy común e importante. Lo vemos todo el tiempo en la bandeja de entrada, y por una buena razón. Aquí está: Si mi arrepentimiento es genuino, ¿por qué sigo confesando el mismo pecado? Así es como Doug lo expresó. “Querido Pastor John, hola y gracias por APJ. Sus respuestas bíblicas me han ayudado en momentos en los que necesitaba orientación para manejar las circunstancias de mi vida. Mi pregunta tiene que ver con el arrepentimiento. ¿El verdadero arrepentimiento significa que nunca le pedimos perdón a Dios por el mismo pecado dos veces? Numerosas son las ocasiones en que he tenido que pedir perdón por todo tipo de pecado. Pero, ¿cómo puedo decir que me he arrepentido si cometo el mismo tipo de pecado una y otra vez? Esta pregunta me atormenta hasta tal punto que a veces me embarga la depresión cuando pienso en ella”.

La pregunta de Doug es una de las preguntas más comunes que un cristiano honesto y serio tiene que hacer, especialmente a la luz de las demandas de santidad del Nuevo Testamento, junto con sus advertencias:

  • La fe sin una vida cambiada está muerta. (Santiago 2:17)
  • Hay una santidad sin la cual no veremos al Señor. (Hebreos 12:14)
  • “Si ustedes me aman”, dijo Jesús, “guardarán Mis mandamientos”. (Juan 14:15)
  • Muchos le dirán a Jesús en el último día: “Señor, Señor”. Él dirá: “Jamás los conocí porque no hicieron lo que les dije”. (ver Mateo 7: 22-23)
  • ¿Cómo puedes caminar en tus pecados si has muerto con Cristo? (Romanos 6: 2)

Ésta es una pregunta urgente y común, con razón común, entre los cristianos serios y honestos.

Lidiando con el pecado a diario

Permítanme comenzar con una aclaración de cómo plantear la pregunta en un lenguaje que creo que tal vez sea más consistente con la forma en la que habla el Nuevo Testamento que con la forma en que Doug la estableció. Doug usa la palabra arrepentirse para plantear la pregunta que tiene. Él dice: “¿El verdadero arrepentimiento significa que nunca le pedimos perdón a Dios por el mismo pecado dos veces? ¿Cómo puedo decir que me he arrepentido si cometo el mismo tipo de pecado una y otra vez?” Yo sugeriría que no usemos la palabra arrepentirse para la forma en que respondemos al pecado diario como cristianos. Esto puede sorprender a ciertas personas, pero déjenme intentar explicarlo.

“El pecado es una condición del corazón que se aparta de Dios en preferencia por otras cosas”

Sí, supongo que los cristianos pecan todos los días porque Jesús dijo junto a “Danos hoy el pan nuestro de cada día”, “Perdónanos nuestras deudas” (Mateo 6: 11-12). Doy por sentado, entonces, que él no habría dicho eso si no hubiera una necesidad del perdón diario de nuestros pecados, nuestra deuda con Dios. Por supuesto, estoy dando una definición neotestamentaria muy radical del pecado cuando digo eso. Aquí está mi definición: cualquier pensamiento, cualquier actitud, cualquier palabra, cualquier expresión facial, cualquier gesto, cualquier acción que no tenga su origen de una apreciación de Jesús es pecado.

El pecado no es solo actos grandes y malos como el asesinato, el robo o el adulterio, o incluso pecados más 1regulares como la deshonestidad, el lenguaje soez o la impaciencia. Es una condición del corazón que se aparta de Dios en preferencia por otras cosas, y el pecado es cualquier expresión de esa preferencia en nuestra mente, actitud o comportamiento. El pecado estará con nosotros; sí, lo estará, lamentablemente, y nos rompe el corazón. El pecado estará con nosotros hasta que esa condición interior sea completamente borrada en la presencia de Cristo.

Y estoy diciendo que el Nuevo Testamento no nos anima a usar la palabra arrepentimiento para la actividad diaria de reconocer esos pecados y llevarlos a Dios, y expresar nuestro dolor, odiarlos y volvernos de nuevo para caminar en la luz. Más bien, la palabra arrepentimiento en el Nuevo Testamento se refiere a un cambio de mentalidad más básico y fundamental, del tipo que experimentamos al comienzo de nuestra vida cristiana, y que tal vez tengamos que experimentar si nuestra vida da un giro terrible hacia un camino de destrucción del cual necesitamos ser llamados de regreso, como las iglesias en los primeros capítulos de Apocalipsis, que fueron llamadas a arrepentirse, porque iban a ser destruidas; sus candelabros serian removidos si no se arrepienten y se alejan de ese patrón de vida que han estado viviendo.

Pero el Nuevo Testamento no usa la palabra arrepentimiento para el hábito diario de lidiar con nuestro pecado recurrente que mora en nosotros. Más bien, yo sugeriría que 1 Juan 1:8-9 propone la palabra confesión: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad”.

Dos tipos de confesión

Entonces, ¿qué hay de los pecados que cometemos más de una vez, de hecho, con tanta frecuencia que amenazan con destruir nuestra seguridad de ser cristianos? Así es como yo lo pondria: hay dos tipos de confesión y hay dos tipos de pecado, así que pruébate ahora para saber cuál estás cometiendo.

Primero, hay una confesión que, en un nivel, expresa culpa y dolor por pecar, pero por debajo está la tranquila asuncion de que este pecado volverá a suceder, probablemente antes de que termine la semana.

  • Voy a ver desnudo en una película o en algún sitio web nuevamente (o algo peor).
  • Voy a exagerar con el alcohol de nuevo, probablemente este fin de semana.
  • Mañana me voy a reír de esos chistes degradantes en el trabajo.
  • Evitaré volver a enfrentarme a la deshonestidad de mi colega.
  • Voy a responder de una manera despectiva a mi esposa cuando me mire de esa manera de nuevo, probablemente dentro de dos días.

En otras palabras, este tipo de confesión es muy superficial. Es un manto para el fatalismo sobre los pecados que te acosan. Te sientes mal por ellos, pero te has rendido a su inevitabilidad. Ese es un tipo de confesión.

El otro tipo de confesión es el que expresas culpa y dolor por pecar, al igual que con el primer tipo, pero tu odio por el pecado es tan real que, al confesar, tienes toda la intención de hacer la guerra contra ese pecado esta noche, este fin de semana. Tu objetivo es, por el poder del Espíritu Santo, derrotarlo. Vas a buscar cualquier forma que te ayude a dar muerte a este pecado. Vas a robarle su poder. Ese es el plan, sin hipocresía. Ahora, esas son las dos formas de confesar el pecado.

Dos clases de pecado

Los dos tipos de pecado a los que me refiero son, primero, el tipo de pecado que te toma por sorpresa. No es premeditado ni planeado, y apenas hay batalla en el momento en que ocurre. Antes de que te des cuenta de lo que estás haciendo, está hecho. En mi propia experiencia, lo ilustraría con ciertos tipos de ira pecaminosa que se apodera de mí, y casi instantáneamente puedo decir que es exagerada, no es santa; no es justo. O tal vez espontáneas palabras desagradables que simplemente salen de mi boca, y me avergüenzo de ellas tan pronto como las digo. O podría haber una fantasía sexual reflexiva debido a una experiencia de hace décadas o un anuncio reciente que vi mientras miraba las noticias o lo que sea.

No estoy excusando estas cosas; son pecado. Son pecado. Muestran algo sobre mi corazón. Los llamo pecado, aunque sean más o menos espontáneos y no premeditados.

Aquí está el otro tipo de pecado al que me refiero; es decir, el premeditado. De hecho, te sientas o te quedas allí sopesando si lo haces o no, si miras pornografía o no, si te quedas y escuchas los chistes sucios o no, si denuncias la injusticia en el trabajo o no, si evades impuestos o no. Te tomas diez segundos o diez minutos o diez horas luchando y luego cometes el pecado.

Camino a la destrucción

Ahora, creo que es posible que un cristiano cometa ambos tipos de pecados y se envuelva en patrones de ambos tipos de confesión durante una temporada. Pero yo diría que la confesión que encubre el fatalismo, la desesperanza, la paz con el pecado y el pecado premeditado es más peligrosa para nuestras almas. Ambas son peligrosas. No me malinterpreten; ambas son peligrosas. Pero la confesión que bordea la hipocresía y el pecado que bordea la impiedad planificada son más peligrosas.

El pecado estará con nosotros hasta que esa condición interior sea completamente borrada en la presencia de Cristo.”

Pablo reconoce en Romanos 7:16-19, según yo lo entiendo, “No hago el bien que deseo, sino el mal que no quiero, eso practico”. Grita: “¡Miserable de mí!” (Romanos 7:24). Luego vuela a Cristo para ser limpio. Por mucho que me gustaría para mi propia alma, no creo que podamos proporcionar una lista de pecados o un número para la frecuencia con la que se puede pecar y salirse con la suya. No creo que podamos hacer eso de una manera que responda a la pregunta, ¿cuánto pecado prueba que no soy cristiano?

En cambio, yo diría esto: en la medida en que tu confesión del pecado haya hecho una especie de paz fatalista con la inevitabilidad del pecado, y en la medida en que tu pecado caiga en la categoría de impiedad premeditada, en ese grado, debes tener miedo de que estás en un camino que bien puede conducirte a la destrucción. Creo que eso es lo que podemos decir.

Fiel para perdonar

El libro en el Nuevo Testamento, curiosamente y paradójicamente, que es quizás el más duro con los cristianos que pecan es el mismo libro que advierte más explícitamente sobre los peligros del perfeccionismo. Permítanme terminar leyendo esa sección paradójica de 1 Juan 1:8-10. Esta es la forma en que la Biblia elige hablar de esta paradoja.

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros.

Esa es la advertencia contra el perfeccionismo. Luego continúa,

Si confesamos nuestros pecados…

Y esa confesión allí mismo, creo, significa confesión genuina.

Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad.

Luego vuelve a la advertencia.

Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a Él mentiroso y Su palabra no está en nosotros.

Por: John Piper © Desiring God Foundation.
Fuente: “Is My Repentance Real If I Keep Committing the Same Sin?“.
Traducido por: Daniel Elias.

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