
El Dios decepcionante
Como alejar a un hombre de la iglesia
“No creo haber escuchado el evangelio aquí”, le dije temblando al pastor.
Él amablemente escuchó mis preocupaciones y me hizo preguntas de seguimiento.
“El nombre de Jesús es mencionado durante el servicio y se toca el tema del pecado de vez en cuando. Y estoy de acuerdo, se hablan cosas como gracia, fe y cielo con diferentes versículos de la Biblia. Pero no parecen ser hablados de la misma manera en la que la Biblia habla de ellos, no sé si esto tiene sentido.”
Como nuevo creyente, no estaba muy seguro de como articularlo. No fue hasta años después cuando leí el clásico de J.C. Ryle “Santidad” (Holiness), que encontré el diagnóstico apropiado de ese “tipo de teología vaga, nublada, oscura, que es tan dolorosamente presente es esta época” Él escribió:
Es en vano cerrar nuestros ojos al hecho de que; actualmente, hay una gran cantidad de lo muy llamado Cristianismo que no puedes declarar positivamente erróneo, pero que sin embargo, no está a medida completa, buen peso ni a mil gramos un kilo.
Es un Cristianismo en el que innegablemente hay “algo de Cristo, y algo de gracia, y algo sobre la fe, y algo sobre el arrepentimiento, y algo sobre la santidad,” pero no es realmente “lo que es” en la Biblia. Las cosas están fuera de lugar y fuera de proporción. (Holiness, 29)
La enseñanza de la iglesia no era positivamente errónea. No escuché herejía. Tampoco tenía motivo para cuestionar la salvación del pastor o su genuinidad por los corazones de su gente. Él era un buen hombre, un buen pastor. Pero la enseñanza estaba fuera de contexto y fuera de proporción. Cada servicio tenía algo de Cristo, gracia, fe, arrepentimiento, y santidad, pero no como la esencia real encontrada en las Escrituras. El cristianismo, si aún puede ser llamado así, caminó cada domingo por un festival de espejos.
Cristo en desproporción
¿Alguna vez has estado en una casa de espejos en la feria? Entras e inmediatamente estás rodeado de imágenes desproporcionadas de ti mismo. En un espejo, tu cabeza es del tamaño de la luna. En el siguiente, tus piernas se ven como troncos de árboles. Aún en la siguiente, tu imágen completa parece comprimida al tamaño de un ratón. Es una casa de desproporción.
Algunas de nuestras iglesias con casas teológicas de desproporción. El pecado se encoge en estatura. La gracia se infla y se queda hinchada. Cristo adelgaza y se hace distante. El hombre, con sus múltiples necesidades, se convierte en torre masiva y central. El lenguaje del Cristianismo tradicional puede ser encontrado allí; pero, así como el tabernáculo israelita del antiguo testamento, la gloria se ha ido.
Si hombres y mujeres de estas iglesias deambularan entre un pueblo donde la pecaminosidad del pecado es denunciada, el orgullo de la humanidad atacado, la desesperanza de los pecadores apartados de la gracia no perdonada, la misericordia de Dios magnificada en Cristo, el Hijo de Dios exaltado, y el imponente peso de Dios proclamado a los hombres con fuerza para destruir las bancas y resucitar los huesos muertos. Si se dirigieran a un lugar como este, muchos se preguntarían en voz alta, ¿dónde estoy?
No hay Dios para los hombres
Con el pulso de algunas iglesias latiendo tan débilmente, ¿en verdad nos preguntamos por qué los hombres son especie en peligro de extinción en algunas iglesias?
Cuando lo real se va, la naturaleza emprendedora del hombre es la primera en sentirlo, y la primera en rendirse. Los placeres fuertes atraen al hombre, las pasiones fuertes lo mueven, las hazañas y los enemigos fuertes lo visten para la batalla. La sangre de un hombre, incluso en este mundo caído, late por cosas peligrosas, cosas fuertes, cosas por las cuales vivir y morir. Cualquier cosa menos que está en nuestro Cristianismo le dice al hombre que no queremos decir lo que decimos.
¿Qué? ¿Un dios que no vale la pena obedecer? ¿Un salvador que no vale la pena seguir? ¿Un paraíso por el que no vale la pena morir? ¿Un evangelio que no vale la pena compartir? ¿Una verdad eterna que no vale la pena defender? ¿Una misión que no vale la pena todas mis fuerzas? Esto no puede ser lo real.
Ellos toman asiento con indiferencia e incluso con desprecio ante el dios desproporcionado el cual carece de mucha gloria y divinidad, como postuló Charles Meisner sobre la experiencia de Einstein en la iglesia:
Él debió haber visto lo que los predicadores decían de Dios y sintió que estaban blasfemando. Él había visto mucha más Majestuosidad de lo que ellos hubieran imaginado, y ellos simplemente no estaban hablando de lo real. Supongo que él simplemente sintió que las religiones con las que se había cruzado no tenían el respeto apropiado por el autor del universo.
¿Es algún Dios digno?
La desproporción severa revela que, a pesar de nuestras conversaciones piadosas, Dios no está realmente con nosotros. En cambio, en realidad lo podemos blasfemar por representarlo como un planeta pequeño que nos orbita.
Cuando lo hacemos, los hombres se sientan en las sillas escuchando consejos de un psicólogo, pero no escuchando la Palabra de Dios emanando de esa zarza ardiente en forma de púlpito. Él no siente la urgencia inexplicable de quitarse los zapatos, de desechar sus pecados, o de correr a refugiarse en el Salvador. En vez de ello, él escucha 5 consejos para ser un mejor padre. Siete maneras para vencer la ansiedad. Las tres R para aprovechar la vida al máximo.
Él fue con la esperanza de encontrar al Dios viviente, de escuchar de Él, de encontrar la Razón de todo, el Otro del que no puede escapar. En cambio, se encuentra con nada más que principios para mejorar su psicología. La Biblia abierta cumple como mera decoración. Nada parece estar en juego. Viene con sed, y se va aún más sediento; su pozo profundo no tiene agua. Se va con un suspiro, pensando que ha conocido al Dios decepcionante. Todavía se pregunta si hay algo o alguien digno.
Todos deben ser volteados
Veremos más hombres de Dios en la iglesia, cuando les presentemos al Dios real.
Lo fuerte debe encontrar lo fuerte en la batalla. Los hombres, incluso medios despiertos, anhelan el honor, la gloria, y la inmortalidad. Para aliviarlo, el enemigo ofrece fuertes bebidas, sexo, estatus y oro. La teología vaga, nublada y oscura, que hace al hombre grande y a Dios pequeño, nunca podrá satisfacer este anhelo. Y no deberíamos desear que lo haga.
Si Cristo vale algo, debe valerlo todo. Si Jesús vivió una vida perfecta y murió por los pecados del mundo, y resucitó de la tumba para reinar, nada puede ser dejado igual. Mis pensamientos, mis acciones, mi billetera, mis placeres, mi familia, mi voz, mi pecado, mi misma vida no puede quedar sin ser consumida. Fue una simple declaración de la realidad para Jesús, el Dios-hombre, el Novio, y Salvador de su pueblo, decir cosas como: “El que ama al padre o a la madre más que a Mí, no es digno de Mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a Mí, no es digno de Mí” (Mateo 10:37).
Esto, como si cualquier otra cosa pudiera ser digna del nombre, debe ser Cristianismo. Del tipo que pone al mundo de cabeza (Hechos 17:6). Del tipo que consiste no solo en palabras sino en poder (1 Corintios 4:20). Del tipo que viaja por un camino angosto y vive vidas radicales de amor. Del tipo que está lleno del Espíritu, con toda la vida inclinada ante un Dios digno de todo. Este Dios y Su evangelio incitan a hombres y mujeres a grandes cosas para y con su Rey (Mateo 28:20).
Atrévete a amar la doctrina
No hacemos las paces con nada menos. Eliminamos la desproporción volviendo implacablemente a la palabra de Dios. Ryle nos mira a los ojos y exhorta:
Por el bien de tu propia alma, atrévete a decidir lo que crees, y atrévete a tener puntos de vista positivos y distintos sobre la verdad y el error. Nunca, nunca temas tener opiniones doctrinales decididas. Y no dejes que el miedo al hombre ni ningún temor mórbido a ser considerado partidista, estrecho, o controversial te haga descansar satisfecho con un cristianismo sin sangre, sin huesos, sin sabor, incoloro, tibio y no dogmático. (328)
Una teología vegetariana, que no tiene carne doctrinal y servida con la bebida gasificada de los tópicos religiosos, no es lo suficientemente cordial para hacer un cristianismo firme que deja una huella en este mundo. Es sin sangre, sin huesos, insípido, sin color, tibio, alérgico a la profundidad y sustancia. Puede que tome prestados términos y frases, pero no tiene el el peso y la proporción adecuados a las realidades que presenta.
Que nuestras iglesias no se conformen con algo sobre la fe, algo sobre la gracia, y algo sobre Cristo. Que nunca sea cuestionado por aquellos entre nosotros si todos han escuchado o no el poderoso evangelio de nuestro glorioso Dios.
Por: Greg Morse © Desiring God Foundation.
Fuente: “The Underwhelming God“.
Traducido y publicado por: Mariafernanda Artadi
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