
Cuando (aún) no deseo a Dios
La batalla por el gozo después de intentarlo todo
Han pasado quince años desde que escribí Cuando no deseo a Dios: la batalla por el gozo. Lo escribí porque cientos de personas que escuchan el mensaje del «Hedonismo cristiano» con esperanza caen en el desánimo debido a que no tienen el gozo en Dios que saben que deberían tener. El hedonismo cristiano dice que Dios es más glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos en él. Esto empeora las cosas si esa satisfacción está ausente. Es por eso que escribí el libro.
Me han preguntado: ¿qué les diría hoy, con la sabiduría acumulada en 72 años, a aquellos que todavía batallan por «deleitarse en el Señor» (Salmo 37:4)? Para mí esto no es teórico. No solo comparto la batalla, sino que tengo conversaciones con personas reales que tienen la misma lucha. Hace poco mantuve una conversación así con un correo recibido. A continuación lo compartiré con ustedes. Pero primero una precaución.
Sabiduría para la oscuridad
Que podamos ayudar a alguien que batalla por el gozo en la vida cristiana no depende fundamentalmente de la cantidad de sabiduría que hayamos acumulado con los años, sino de cómo aplicamos la verdad que tenemos, y si el Espíritu de Dios convierte esa verdad en vida, libertad y gozo.
Cuando la oscuridad de la incertidumbre y el temor se cierne sobre ti, no te sueltes de Aquel que conociste en la luz. Click To Tweet
No minimizo el valor de la sabiduría acumulada. El sabio del Antiguo Testamento manda: «¡Adquiere sabiduría!» (Proverbios 4:7). Jesús «crecía en sabiduría» (Lucas 2:52). Pablo ora para que se nos conceda «toda sabiduría y comprensión espiritual» (Colosense 1:9). Sabemos que en Cristo «están escondidos todos los tesoros de la sabiduría» (Colosenses 2:3). Pablo nos llama a aconsejarnos unos a otros «con toda sabiduría» (Colosenses 3:16). Santiago nos dice que, si nos «falta sabiduría», se la pidamos a Dios (Santiago 1:5). Porque existe una «sabiduría que desciende del cielo» (Santiago 3:17). Nunca podemos obtener demasiada sabiduría.
Pero mi punto es que, si tienes 30 años y no 70, no deberías intimidarte o paralizarte por el hecho de que aún tienes 40 años de acumulación de sabiduría por delante. Cuando leas tu Biblia mañana temprano, Dios puede concederte un atisbo de alguna verdad preciosa que más tarde en el día será exactamente la verdad que necesita tu amigo que está luchando.
¿Ya no tengo esperanzas?
Después de la conversación que tuve hace poco con mi amigo, él siguió la conversación con un correo. Él seguía angustiado. ¿Qué se puede decir cuando uno siente que ya ha dicho todo lo que sabe, en el libro y en la conversación?
Una respuesta es esta: no creas que necesitas la respuesta a tu medida para el problema actual. Más bien ten presente que cualquier preciosa verdad bíblica que te haya ministrado profundamente, aunque pueda parecer irrelevante para la situación de tu amigo, puede resultar más útil de lo que alcanzas a percibir. Solo prosigue y derrama lo que tienes de tus devociones matinales. Ellos conocerán la verdad (que a nosotros puede parecernos aleatoria), y la verdad puede hacerlos libres.
Uno también puede dar el sobrio consejo de que la lucha tiene esperanza de victoria, pero el abandono de la lucha no la tiene. Me parece que es un error brindarle una seguridad irrestricta a un luchador que uno no sabe si ha nacido de nuevo. Uno espera que así sea. Ellos esperan que así sea. Pero uno no es Dios. Y ellos están en un periodo de oscuridad. Lo que uno sí sabe fuera de toda duda es que, si finalmente abandonan a Cristo y la esperanza, ya no hay esperanza.
La lucha tiene esperanza de victoria, pero el abandono de la lucha no la tiene. Click To Tweet
Así que pensé que podría ser provechoso compartir mi respuesta al correo de mi amigo. Ten en cuenta que su lucha tiene que ver con patrones de pecado reiterado, lo cual lo hace perder la esperanza de alguna vez lograr la victoria. Estos fracasos lo dejan sintiéndose lejos de Dios y, a veces, preguntándose si es cristiano, o quizá si incluso podría ser un Esaú que ha despreciado la gracia tantas veces que el verdadero arrepentimiento ya no es posible (Hebreos 12:16-17).
Esta es una posición terrible. No creo que el caso de mi amigo sea inusual. Pienso que miles de cristianos, si se detienen y son dolorosamente honestos, admitirían las mismas luchas. Cuesta admitir esto, porque causa terror.
Partes de la siguiente carta son citas exactas. Otras están lo bastante alteradas para no traicionar ninguna confidencia.
Carta a un amigo angustiado
Querido hermano,
Empatizo totalmente con la frustración y los temores de posiblemente ser un Esaú por haber pecado tan profundamente contra la misericordia, la luz y la paciencia de Dios. No hay una respuesta cómoda a cómo conquistar tales temores y conquistar tal condición. Desde mi propia experiencia, lo que diría es esto: si tienes la gracia para aferrarte a la misericordia de Dios y no desecharla en apostasía, hay esperanza.
Esta no es una respuesta cómoda. No habla en términos de simples certezas; es decir, que definitivamente demostrarás que no eres Esaú. Pero es el único camino para avanzar hacia la luz, la esperanza y el socorro. No te puedo prometer que eres un hijo de Dios, pero puedo prometer que si abandonas la esperanza, demostrarás que no eres un hijo de Dios.
La Palabra de Dios a menudo habla de «esperar» en el Señor, como en el Salmo 40:
Esperé pacientemente al Señor,
Y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor
Me sacó del hoyo de la destrucción,
del lodo cenagoso;
Asentó mis pies sobre una roca
y afirmó mis pasos. (Salmo 40:1-2 NBLH).
¿Cuánto tiempo estuvo David en el lodo cenagoso? No lo dice. Pero lo que queda claro en todos los salmos es que los salmistas nunca abandonan a Dios cuando sienten que Él los ha abandonado. Algo los sostiene.
No te puedo prometer que eres un hijo de Dios, pero puedo prometer que si abandonas la esperanza, demostrarás que no eres un hijo de Dios. Click To Tweet
La Biblia no solo habla de esperar en Dios en el lodo cenagoso, sino que también habla de los verdaderos creyentes caminando en una especie de oscuridad. Quizá hayas considerado estas palabras de Isaías:
¿Quién entre ustedes teme al Señor
y obedece la voz de su siervo?
Aunque camine en la oscuridad,
y sin un rayo de luz,
que confíe en el nombre del Señor
y dependa de su Dios.
Pero ustedes que encienden fuegos
y preparan antorchas encendidas,
caminen a la luz de su propio fuego
y de las antorchas que han encendido.
Esto es lo que ustedes recibirán de mi mano:
en medio de tormentos quedarán tendidos. (Isaías 50:10-11).
Puede que no seamos capaces de describir adecuadamente lo que significa tanto caminar en oscuridad como confiar en el Señor. Ambos actos parecen contradictorios. Pero ahí está. Sugiero que lo que quiere decir es esto: cuando la oscuridad de la incertidumbre y el temor se cierne sobre ti, en la medida en que por gracia permanezca en ti, no te sueltes de Aquel que conociste en la luz. Sigue aferrándote, aunque solo parezca que lo haces con las uñas. Debes saber esto: sus manos están en las uñas de sus hijos, día y noche. Ora por el amanecer y por liberación. Desde mi posición a los 72 años, creo que te puedo alentar diciendo que llegará.
Pablo habla de una forma que refleja parte del misterio de la constante batalla con el pecado:
¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor! En conclusión, con la mente yo mismo me someto a la ley de Dios, pero mi naturaleza pecaminosa está sujeta a la ley del pecado (Romanos 7:24-25).
Pablo se avergüenza de su inconstancia en estos momentos de derrota. Pero no desespera. Deja de mirarse a sí mismo, confiesa su yo dividido, y prosigue en la batalla.
Pero también nos dice que la manera en que lucha como un santo imperfecto se debe a la esperanza de que Cristo lo sujeta más firme a él de lo que él sujeta a Cristo. Tal vez él sienta que solo las uñas lo sostienen del precipicio. Pero cree que Cristo sujeta sus uñas:
No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya alcanzado la perfección; pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo (Filipenses 3:12 NTV).
O, para parafrasearlo, «me agarro de la esperanza de la futura perfección, porque Cristo ya me ha agarrado a mí y no me soltará». A veces sentimos su agarre con mayor dulzura que en otras ocasiones. Es algo terrible cuando pasamos por un periodo cuando no lo sentimos en absoluto.
No te daré una lista de maneras de batallar por tu gozo. Todas ellas ya están en el libro que ya leíste. En esta carta solo te recordaré 1) que Dios está presente en la oscuridad, 2) que él sostiene a su pueblo cuando ellos apenas se sienten capaces de sostenerse de él, y 3) que aunque puedas sentirte inseguro de tu salvación en esta lucha, puedes estar totalmente seguro de que no tendrás la salvación si te rindes en la batalla y te alejas.
Si tienes la gracia para aferrarte a la misericordia de Dios y no desecharla en apostasía, hay esperanza. Click To Tweet
¿Te puedo recomendar una canción acerca del precioso poder de Dios para sostener? En los últimos años, la canción «Él me sostendrá» me ha llegado a lo profundo y se me ha hecho muy dulce. Me encanta la robusta afirmación congregacional de su grabación al ser cantada por Capitol Hill Baptist Church.
No podría estar de pie
En la oscuridad,
Pues mi amor muy frágil es;
Él me sostendrá.
Que Dios te dé la gracia para cantarla nuevamente.
Pastor John
Por: John Piper © Desiring God Foundation.
Fuente: “When I (Still) Don’t Desire God”.
Traducido por: Elvis Castro de Proyecto Nehemías.
Edición: Daniel Elias.
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