Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

¿Cómo puedo servir a los que están muriendo?

Trascripción de audio

Cerramos la semana con una pregunta de un oyente internacional, una mujer joven. “Hola Pastor John, y ¡gracias por este podcast! Soy una estudiante de medicina de Rumanía, preparándome para ser oncóloga. Quiero cuidar a los cuerpos, pero aún más que eso, quiero servir a las almas. Quiero ser sabia en mi servicio a los pacientes con enfermedades terminales, incluyendo a los niños, mientras que ellos afrontan el dolor, la impotencia, y eventualmente la muerte. Desde su experiencia pastoral, ¿qué herramientas debería tener disponible para ministrar a los pacientes terminales? 

Voy a asumir que no estás en una posición en la que serías penalizada por compartir el evangelio, o por compartir las promesas de Dios, o por orar y animar a otros a orar por aquellos que están a tu cuidado. Es trágico cuando, por razones políticas u otras razones, los médicos profesionales e incluso sacerdotes o pastores tienen instrucciones de no ayudar a las personas en las horas más críticas de sus vidas con los temas más importantes que enfrentan, lo cual es el tema de fe en Cristo. Eso es trágico. Entonces voy a asumir que esa no es tu situación, que tú tienes libertad. 

También voy a asumir que no estás preguntando por los aspectos prácticos o la legitimidad de los cuidados paliativos; es decir, la legalidad bíblica de reducir el dolor. Asumo que estás de acuerdo conmigo en que a pesar de que el dolor era el juicio justo de Dios para el pecado después de la caída, su llamado redentor a su pueblo es hacer el bien y traer alivio misericordioso, no juicio. 

Entonces, ¿cómo deberíamos pensar en atender a los enfermos terminales, especialmente a aquellos que están tan cerca del final que pueden estar postrados en una cama e incluso inhabilitados mental o físicamente para usar algunos de los medios de gracia que los ha sostenido, quizás en la fe por sus vidas; como leer la Biblia, o ser parte de la adoración, o de la comunidad regular?

“Es una lucha en contra de la incredulidad, no encontra del tiempo.”

La buena batalla de la fe

En 1992, durante las Olimpiadas de verano, prediqué un sermón llamado “Olympic Spirituality” (Espiritualidad Olímpica), y traté de conectar pasajes bíblicos sobre pelear la buena batalla, correr la carrera, y dominar el cuerpo con las Olimpíadas. Y reté a nuestra gente a tratar la vida cristiana con la misma seriedad con la que los atletas tratan sus competencias relativamente insignificantes. 

Ahora, uno de los grandes santos en nuestra iglesia, que ha sido parte del equipo por 62 años, ella se llamaba Elsie Viren, estaba en el hospital con la cadera rota, y cerca del final de su carrera. Y me di cuenta de que mi sermón “Espiritualidad Olímpica” puede sonar completamente irreal para una mujer moribunda en una cama de hospital con una memoria que falla. ¿Qué rayos podría Piper querer decir con “Espiritualidad Olímpica” para alguien que ni siquiera puede salir de la cama? 

Entonces, escribí un artículo para el boletín informativo de nuestra iglesia para intentar mostrar que la espiritualidad olímpica es tan válida para el santo moribundo en una cama como lo es para un veinteañero saludable tomando riesgos por Jesús en el campo misionero. En 1 Timoteo 6:12, Pablo le dijo a Timoteo: “Pelea la buena batalla de la fe. Echa mano de la vida eterna a la cual fuiste llamado”. Entonces la pelea, la pelea de boxeo de la Olimpiada espiritual es, según Pablo, una pelea espiritual. No es una lucha para pararse de la cama; es una lucha para descansar en Dios, para estar satisfechos en Dios. No es una lucha que depende de piernas musculares y maduras, sino que depende de una confianza como la de los niños. No es una lucha para mantener los poderes de la juventud, es una lucha para confiar en el poder de Dios.

La carrera que los pacientes terminales están corriendo, corriendo en cama, no es una carrera en contra del viento o las colinas o el calor o los músculos ardientes; es una carrera en contra de las tentaciones que los harán dudar de la bondad de Dios, del amor de Dios. Es una lucha para mantenerse tranquilo y satisfecho en Dios en medio de caderas rotas, cáncer, pérdida de la visión y memoria. No es una carrera fácil. Probablemente ellos no estén moviendo sus piernas, ni sus brazos, pero, ¡vaya la dificultad de esta carrera! Es más difícil que las olimpiadas, y probablemente tenga que ser corrida sobre la espalda. Para muchos de nosotros al final, esta será corrida de esa manera. Pablo dice en 2 Timoteo 4:7, “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera”, y luego lo define: “he guardado la fe.”

Ese es el objetivo para aquellos que ministran a enfermos terminales: ayudarlos a terminar la carrera, y a pelear la batalla. Y Pablo hace explícito el tipo de batalla que es. Es la batalla de mantener la fe. “Mantuve la fe. No dejé de creer. No tiré la toalla de la fe al final de mi vida a lo largo de todos mis problemas.” Ganamos si seguimos creyendo. Es una lucha en contra de la incredulidad, no encontra del tiempo.

Contentamiento sin importar qué

A veces usamos el lenguaje de lucha contra el cáncer. Escuchas eso muy a menudo. Lo que deberíamos querer decir con eso, principalmente es la batalla por evitar que el cáncer destruya nuestra fe. Eso es lo que deberíamos querer decir. Ya sea que el cáncer nos mate o no, ese no es el problema principal. Esa no es la batalla principal. No está mal, no me malinterpretes, no está mal querer estar bien y luchar para seguir con vida. Eso no está mal, solo que esa no es la guerra principal. La lucha principal, la carrera principal es esta: ¿Seguiremos confiando? ¿seguiremos descansando ¿seguiremos satisfechos en Jesús sin importar qué? Esa es la lucha y batalla principal. 

Pablo dice en Colosenses 1:22-23 que Cristo nos presentará “santos y sin manchas… delante de Él… si en verdad permanecen en la fe… sin moverse de la esperanza del evangelio.” Terminar la carrera al final de nuestras vidas significa, “sin moverse de la esperanza del evangelio.” Es una carrera, lucha, en contra de la desesperanza. 

Entonces, el gran reto para ministrar a los enfermos terminales es mantener a Cristo en frente de sus ojos, ayudarlos y ayudar a otros a mantener la mirada en Cristo con todas las promesas del evangelio compradas por Su sangre que nos recuerdan que, “el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21). La pancarta volando sobre cada cama de hospital debe ser Hebreos 10:35:  “No desechen su confianza, la cual tiene gran recompensa.” Los santos debilitados necesitan ser recordados constantemente de que la línea final no se cruza por un estallido de energía humana sino por colapsar en los brazos de Jesús.

“Hay significado para lo que el mundo ve como sufrimiento final completamente insignificante.”

Empujón final con las promesas del evangelio

Y por supuesto, debemos darnos cuenta de que a medida que las personas se acercan al final, a menudo no son capaces mental ni físicamente de alimentarse ellos mismos con la palabra de Dios que sostiene la promesa, por lo tanto necesitamos hacerlo por ellos. Espero que mi familia, la familia Piper recuerde eso cuando esté en mi debilidad final. Los últimos cuidadores deberían estar hablando, incluso hasta cantando, las dulces promesas del evangelio a la vida de la persona moribunda, de quien pueden pensar que ya no puede escucharnos. Tú no sabes eso. Yo me senté al costado de mi padre moribundo, contando sus respiraciones, preguntándome cuándo terminarían estas brechas. Estaba ahí a la medianoche cuando terminaron, y yo nunca dejé de hablar la Palabra de Dios a su oído. No tengo idea si los 5 segundos antes de que esté en el cielo estaba escuchando la Palabra de Dios. Quizá sí fue así, espero que haya sido así.  

Y desde que su siguiente parada es el cielo, no les vamos a prometer una vida próspera en la tierra. No somos estúpidos. Tenemos que ir por las promesas más grandes, las promesas más gloriosas, y una de ellas es 2 Corintios 4:16.

“Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día.  Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce [trabajando en nosotros, preparando para nosotros]  un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación.”

La razón por la cual esta promesa es tan preciosa es porque da sentido al sufrimiento final. No dice que el sufrimiento va a producir un nuevo y santificado caminar con Dios en la tierra. Eso es lo que significa el sufrimiento para los que tienen más vida por vivir. Estas personas no tienen más vida por vivir en la tierra. En contraste, aquí está lo que ese versículo dice: esta aflicción te está preparando, esta aflicción final, una hora antes de morir, o una semana antes de que mueras, o un mes antes de que mueras, un  eterno peso de gloria. En otras palabras, cada hora que le pasas tu sufrimiento a Jesús y lo soportas con las fuerzas que Él provee y por la gloria de Su nombre, tu recompensa está creciendo en el cielo. Hay significado para lo que el mundo ve como sufrimiento final completamente insignificante. 

Entonces, mi respuesta es esta: Evita a los moribundos todo el dolor que puedas. Utiliza la Palabra de Dios empapada de oración para mantener a Cristo en frente del moribundo, para ayudarlos a pelear la batalla de fe, para seguir creyendo que incluso este empujón final y doloroso será recompensado por la gracia de Dios.

Por: John Piper

Fuente: How can I serve the dying? 

Traducido por: Mariafernanda Artadi

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