Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

¿Cómo esperar a Dios?

Transcripción de audio

Dios ama trabajar por aquellos que lo esperan. Entonces, ¿cómo esperamos a Dios? ¿esperar a Dios significa que no tenemos que actuar? Y, ¿cuándo dejamos de esperar y comenzamos a actuar? Esas son las preguntas importantes abordadas en el sermón del pastor John sobre Isaías 64:1-4, un sermón que predicó en 1982. Esto es lo que dijo:

En cierto modo, Dios trabaja por todos. Él hace salir el sol sobre los justos y los injustos. Él envía la lluvia sobre los buenos y los malos. Él trae la siembra y la cosecha, incluso para sus criaturas rebeldes (Mateo 5:45).  Efectivamente Dios trabaja por todas sus criaturas, y todo esto está destinado a llevarnos al arrepentimiento. Pero, en nuestro texto, el trabajo al cual se le hace referencia no es esa gracia común dada a todos, sino una gracia especial dada a aquellos que tienen cierta disposición.

“Ni el ojo había visto a un Dios fuera de Ti
que obrara a favor del que esperaba en Él” (Isaías 64:4).

El trabajo mencionado aquí claramente no es solo el trabajo de creación y preservación; no es solamente la satisfacción de algunas necesidades que Él hace por todos; más bien, es la inversión de todo el poder infinito y soberano de Dios para hacer todo lo que su pueblo necesita que haga para su bien. Y ¿para quiénes lo hace? Él lo hace para aquellos que lo esperan.

Entonces, la pregunta más grande para nosotros en este momento es, ¿qué es eso? ¿cómo lo haces? Quiero intentar mostrarte, desde Isaías, como puedes esperar al Señor.

Espera y ora

Las personas a las que Isaías está hablando se encuentran en problemas; están en peligro a causa de sus enemigos, los asirios y luego los babilonios. Ahora, el peligro que Dios ve no está relacionado a los asirios y babilonios, sino la tentación de correr a Egipto por ayuda en vez de acudir a Él. En vez de esperar su ayuda, Él ve la tentación que se avecina, van a acudir a la ayuda humana, entonces dice en Isaías 31:1 :

“¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda!
En los caballos buscan apoyo,
y confían en los carros porque son muchos,
y en los jinetes porque son muy fuertes,
pero no miran al Santo de Israel, ni buscan al Señor”.

Entonces, la primera cosa que significa esperar al Señor es esta: antes de que hagas el mínimo esfuerzo por solucionar tu propio problema o contrates a una agencia humana, ora. Busca el consejo del Señor. ¿Cuál es su manera de solucionar este problema y sacarte de ahí? Salmo 106:13 dice: “Pero pronto se olvidaron de Sus obras; no esperaron Su consejo.”

Por ende, antes de que hagamos cualquier pequeño movimiento para solucionar nuestro problema, el primer acto de espera es la oración. Y yo sé, si eres como yo, has pasado por varios esfuerzos y luego de estar una hora en eso dices: “me olvidé de orar”. Y necesitamos trabajar en la formación del hábito de parar de nuevo y de nuevo y de nuevo. Creo que eso es a lo que Pablo se refiere cuando dice: “Oren sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Antes de que hagas algo, en cada pequeña ocasión de tu vida, cada entrevista, cada encuentro, susurra una oración. “¿Cómo sería si confiara en ti? ¿Qué quieres que haga?” Y luego haz lo que el Señor diga.

“Antes de que hagas el mínimo esfuerzo por solucionar tu propio problema o contrates a una agencia humana, ora.”

Somos como pacientes. La oración es como coger el teléfono y llamar a tu doctor y decirle: “Estoy en problemas, tengo este dolor, ¿qué debo hacer?” Antes de que tomes cualquier medicina o empieces a hacer saltos de tijera, llama al doctor. 

Ahora, el doctor puede decirte: “Descansa; no hagas nada”, o puede que te diga: “Toma la pastilla; haz tus ejercicios”. Ahora, esas dos instrucciones del Señor nos envuelven en dos formas diferentes de espera. No dejamos de esperar una vez que hemos llamado; esperamos. Hay dos tipos de espera, vamos a darles un vistazo una a la vez.

Espera y descansa

La primera es, si el doctor dice “Descansa.” Isaías 30:15-16 va así:

“Dios dice a su pueblo,
“En arrepentimiento y en reposo serán salvos;
En quietud y confianza está su poder”.
Pero ustedes no quisieron,
y dijeron: “No, porque huiremos a caballo”.
Por tanto, huirán.
Y: “Sobre corceles veloces cabalgaremos”.
Por tanto, serán veloces los que los persigan”.

En otras palabras, Dios estaba diciendo por teléfono: “Solo siéntate, y yo trabajaré por ti. Tómalo con calma y descansa, yo seré tu fuerza”. Pero ellos no lo harían. Ellos querían maniobrar su propia victoria para su propia gloria en caballos y carruajes. A veces tenemos que estar dispuestos en el teléfono a aceptar la frustrante noticia: “Quédate quieto”. Necesitamos escuchar lo que Moisés le dijo al pueblo cuando estaban a punto de cruzar el Mar Rojo: 

“No teman; estén firmes y vean la salvación que el Señor hará hoy por ustedes… El Señor peleará por ustedes mientras ustedes se quedan callados” (Éxodo 14:13-14).

Entonces, el segundo significado de esperar a Dios es este: Después de que hayas llamado al doctor y él diga, “Quédate quieto”, te quedas quieto y descansas.

“A veces tenemos que estar dispuestos en el teléfono a aceptar la frustrante noticia: “Quédate quieto”.”

Espera y actúa

Hay una tercera manera de esperar al Señor. Él puede decir: “Ponte de pie, haz tus ejercicios, y toma la pastilla”. O para llevarlo al contexto del Antiguo Testamento, Él puede decir: “Ve a la batalla y pelea”.

En mi familia, hemos estado leyendo 2 Samuel para nuestros devocionales por la mañana, y justo hace unos días leímos 2 Samuel 5:19. La situación es que David acaba de asumir el cargo de rey después de la muerte de Saul, y los filisteos los están rodeando. Esto es lo que él hace: “David consultó al Señor”. Él esperó. “¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano?” Espera. Respuesta: “Y el Señor dijo a David: ‘Sube, porque ciertamente entregaré a los filisteos en tu mano’”. Entonces el mensaje a David no fue “Descansa”; el mensaje a David fue “Pelea”. Él no tomó las riendas del asunto; él esperó. 

Pero ahora, aquí está la esencia. Toma esto cuidadosamente, debido a que somos propensos de pensar que la espera significa quietud, pero tan pronto empezamos a actuar (preparando un sermón o una lección, yendo a trabajar, preparando un reporte, despierto hasta tarde para trabajar, trabajar, trabajar), ya no tenemos que esperar. Ese no es el caso porque (y esto cambia todo en la vida) hay un espíritu de espera en el medio del trabajo. Proverbio 21:31 dice esto:

“Se prepara al caballo para el día de la batalla,
pero la victoria es del Señor”.

¿Ves lo que implica esto para el guerrero? Significa que cuando el Señor dice “Ve”, él no deja de esperar. Él carga consigo a la batalla un espíritu de expectativa, un sentido de “sí, lucharé con todo mi poder, pero debo esperar a aquel en cuya mano está la victoria.” No importa cuan duro trabajes, debe haber un espíritu de espera, un espíritu de expectativa, un espíritu que fuera y a través de toda esta actividad va a venir como un rayo del cielo para hacer trabajo sobrenatural. Aquí está la manera en la que el salmista lo describe en Salmo 33:16-17, 20-22:

“El rey no se salva por gran ejército;
ni es librado el valiente por la mucha fuerza.
Falsa esperanza de victoria es el caballo,
ni con su mucha fuerza puede librar….
Nuestra alma espera al Señor;
Él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
pues en Él se regocija nuestro corazón,
porque en Su santo nombre hemos confiado.
Sea sobre nosotros Tu misericordia, oh Señor,
según hemos esperado en Ti”.

Si el Señor nos instruye a tomar ciertas precauciones, como poner seguro a la puerta en la noche, no pienses que puede dejar de esperar en el Señor. Salmo 127:1 dice:

“Si el Señor no guarda la ciudad,
En vano vela la guardia”.

Aún cuando somos vigilantes cumpliendo con nuestro trabajo, debemos estar esperando al Señor porque solo Él da seguridad. Entonces la tercera forma de espera es esta: Aún cuando el Señor diga “Actúa”, actuamos con un espíritu de confianza en su obra, y esperamos al Señor con un espíritu de expectativa de que a pesar de que nuestro trabajo sea vulnerable y miserable, el resultado final de todo lo que hacemos descansa en las manos del Señor. Y en eso esperamos en todo nuestro trabajo.

Observa a Dios trabajar

Entonces, en conclusión, déjame resumir esas tres cosas:

  1. Cuando las circunstancias conspiren para ponerte bajo presión con el fin de que sientas que se tiene que hacer algo, se tiene que hacer algo por la seguridad o se tiene que hacer algo por el servicio, espera al Señor; eso es, ora. Antes de que hagas cualquier cosa, busca al Señor, busca su consejo. ¿Qué te haría hacer Él, si ese fuera el caso?
  2. Si el Señor dice: “Siéntate y levanta tus pies”, si el Señor dice: “No vayas a la iglesia esta noche para la reunión del consejo; quédate en casa y ora; trabajaré mejor que tus argumentos,” quédate en casa. 
  3. Y si el Señor dice: “Ve y discute con todas tus fuerzas”, no te vuelvas autosuficiente, ve.

Y permíteme enfatizar que con respecto al segundo punto no me refiero a la pereza o al eludir el deber. Me refiero al la experiencia frustrante que a veces, cuando estás mejor preparado, cuando piensas que lo más importante recae en ti, y tu entusiasmo está en llamas, el Señor puede decirte, “Solo quédate en casa esta noche y mira como obro”. Y tú estás un poco frustrado porque lo tenías todo preparado, pero Él quiere trabajar por ti, para que Él reciba la gloria y no nosotros. 

Entonces, ya sea que estemos quietos y sentados o estemos trabajando, permitámonos tener esto en común: que esperamos al Señor, que tenemos un espíritu de expectativa que no importe qué tan miserable nuestra labor sea, el resultado final está en las manos del Señor. Y a Él le encanta trabajar por aquellos que lo esperan. 

Por: John Piper

Fuente: https://www.desiringgod.org/interviews/how-do-i-wait-for-god

Traducido y publicado por: Mariafernanda Artadi

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