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Cinco principios antiguos del consejo matrimonial

La primera cosa en la Biblia que ni siquiera remotamente se parece al escenario de hoy del proceso de dos personas de conocerse, podría ser el matrimonio entre Isaac y Rebeca. Mucha gente se casó antes de isaac y Rebeca, pero no leemos acerca de alguien casándose. Bueno, excepto en el jardín, y creo que todos estamos de acuerdo que la situación fue extraordinaria.
Puedes recordar la historia: Abraham, el padre de Isaac, envió un siervo de regreso a su ciudad natal para encontrar una esposa para su hijo. Rebeca le da de beber a sus camellos, él le da un par de brazaletes pesados, su familia aprueba, ella conoce a Isaac en una tienda, y se casan.
Si has querido casarte y no lo estás, podrías leer Génesis 24 (por extraño que pueda parecer hoy) con al menos un poco de curiosidad e incluso anhelo, apenas parece tan simple y limpio. Después de salir en citas para conocer a una persona de vez en cuando durante catorce años, sé que lo hice.
Piensa en esto más tiempo, sin embargo, probablemente desecharás esta historia como antigua y anticuada, como irrelevante para cristianos del siglo XXI.

Cinco principios antiguos para alcanzar el matrimonio

La filosofía moderna transversal, y el advenimiento del internet ciertamente han cambiado las cosas para los cristianos que esperan casarse. Pero ¿qué si hay más para ver en Isaac y Rebeca de lo que parece a simple vista? Antes de leer la historia rápidamente, recuerda que es el mismo Dios, es un hombre buscando una esposa (por lo menos un hombre y una mujer en camino al matrimonio), y el matrimonio es la misma institución, sólo que ahora con su significado más profundo y completo revelado en la venida de Cristo.
Además de eso, el Antiguo Testamento es para nuestro aliento y ayuda hoy en día, incluso en nuestro proyecto de matrimonio. “Porque todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la paciencia (perseverancia) y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza” (Romanos 15:4, vea también 1 Corintios 10:11).
El Antiguo Testamento no puede ser prescriptivo cuando se trata del proceso de conocer a una persona para casarte pero ciertamente es beneficioso. No (necesariamente) tienes que ir a comprar un par de camellos y algunos brazaletes pesados. Ciertamente no tienes que casarte con una mujer y su hermana (Jacob, Lea, y Raquel en Génesis 29). Pero puedes aplicar los cinco siguiente principios de Génesis 24 en el camino a tu boda.

  1. Pon la presión en Dios, y no en ti mismo.

Cuando Abraham encargó a su siervo buscar una esposa para Isaac, al siervo le preocupaba la idea de que una mujer podría no ir por todo el asunto del matrimonio arreglado con un hombre en una tierra muy lejana. Abraham responde.
“El Señor, Dios de los cielos, que me tomó de la casa de mi padre y de la tierra donde nací, y que me habló y me juró, diciendo: ‘A tu descendencia daré esta tierra,’ El mandará Su ángel delante de ti, y tomarás de allí mujer para mi hijo.” (Génesis 24:7)
Cuanto más largo sea el tiempo para estar casado y no lo logres, lo más probable es que pienses que el problema es contigo, que tienes que cambiar y probar algo nuevo. Dios puede revelarte eso, o simplemente Él quiere que esperes mientras Él trabaja.
Entretanto el hombre [siervo] la observaba [Rebeca] en silencio, para saber si el Señor había dado éxito o no a su viaje. (Génesis 24:21)
Dios no sólo une a un esposo y una esposa (Mateo 19:6), sino que los trae el uno al otro. Si estás buscando principalmente por ti mismo para casarte, has puesto la presión en el lugar equivocado. Apóyate en Dios mientras esperas y buscas una persona para casarte.

  1. Búscalo o búscala con una mano abierta

Antes que Abraham permitiera al siervo salir, le dio instrucciones claras y terminó diciendo.
“Si la mujer no quiere seguirte, quedarás libre de éste mi juramento. Sólo que no lleves allá a mi hijo.” (Génesis 24:8)
Abraham había esperado décadas para que finalmente su heredero prometido haya nacido de su esposa de 91 años de edad. Este es un hombre de gran fe, que ha visto a Dios hacer cosas milagrosas. Y Dios ha prometido que a través de Isaac, Abraham tendría mucha descendencia para contar. Abraham creía que Dios proveería una esposa para su hijo.
Y sin embargo él mantiene las manos abiertas delante de Dios. “Si el Señor quiere,” mi hijo tendrá una esposa, y mi siervo la encontrará en este viaje (Santiago 4:15).
En toda nuestra búsqueda, debemos ser capaces de orar humildemente, “Pero no se haga Mi voluntad, sino la Tuya” (Lucas 22:42). Hasta que digas tus votos en el altar, debes de saber que Dios puede escribir una historia de bodas diferente de la que escribirías por ti mismo. Y con toda su sabiduría, poder, y amor, tenemos razones para alabarle por lo que hace.

  1. Ora, y ora, y ora

Antes que el siervo viera una sola mujer, se detiene y ora:
“Oh Señor, Dios de mi señor Abraham, Te ruego que me des éxito hoy, y que tengas misericordia de mi señor Abraham.” (Génesis 24:12)
¿Cuándo empezaste a orar? ¿Cuándo lo dejaste?
Nos encanta orar oraciones que sean contestadas en veinticuatro horas. ¿Qué si Dios retiene lo que queremos por un año? ¿o diez? ¿o más? Dios no quiere que tomemos nada por sentado en esta vida, ciertamente no nuestro cónyuge. Él quiere toda la gloria en darte lo que es mejor para ti cuando te dé a tu cónyuge.
Si deseamos un esposo o una esposa, deberíamos amar echar nuestra ansiedad y anhelo en aquel que cuida de nosotros (1 Pedro 5:7; Filipenses 4:6-7). No empieces a buscar una persona sin orar, y no dejes de orar mientras estás esperando.

  1. Busca una persona para algo más que el matrimonio

Si eres soltero y quieres casarte, el matrimonio puede comenzar a sentirse como el fin de tu vida, tu propia tierra prometida tan esperada. Dicho de otra manera, somos propensos a idolatrar el matrimonio en la búsqueda de una persona, descansando nuestra esperanza y felicidad en él o en ella en lugar que en Dios.
¿Cómo reaccionó el siervo de Abraham cuando Dios le trajo a la mujer adecuada?
Entonces el hombre se postró y adoró al Señor, y dijo: “Bendito sea el Señor, Dios de mi señor Abraham, que no ha dejado de mostrar Su misericordia y Su fidelidad hacia mi señor. El Señor me ha guiado en el camino a la casa de los hermanos de mi señor.” (Génesis 24:26-27, 48)
El siervo vio a través de Rebeca a Dios, y él adoró. La adoración es el fin de toda búsqueda cristiana de una persona para casarse, porque la adoración es el fin de la vida cristiana. Dios no te hizo para estar casado, sino para hacerte conforme a Él mismo. El matrimonio es digno de tener porque llegas a conocer a Dios en tu compromiso de por vida para con el otro. El matrimonio se trata de conocer a Dios, adorar a Dios, depender de Dios, mostrar a Dios, ser hecho conforme a Dios.
Si estás buscando una persona, sea cualquier salida nocturna o una década de tratar, y esto termina en matrimonio y no en adoración, será vacía e insatisfactoria. Busca una persona para algo más que matrimonio.

  1. Busca la confirmación de tus seres queridos

Por último, deja que las personas a tu alrededor que te aman confirmen que él o ella es el elegido o la elegida. El siervo de Abraham le explica a su padre (Betuel) y a su hermano (Labán) todo lo que sucedió, y por qué él cree que ella podría ser la elegida para casarse con Isaac.
Labán y Betuel respondieron: “Del Señor ha salido esto. No podemos decir que está mal ni que está bien. Mira, Rebeca está delante de ti, tómala y vete, y que sea ella la mujer del hijo de tu señor, como el Señor ha dicho.” (Génesis 24:50-51)
Si Dios los ha traído a los dos para estar juntos, Él lo hará claro para otros creyentes en tu vida. Si las personas que te aman y siguen a Jesús tienen serias reservaciones acerca de tu relación, probablemente deberías tener serias reservaciones también. Si ellos están entusiasmados con tu relación y te animan a casarte, deberías sentir mayor paz y confianza de seguir adelante.
No confíes en tus propios instintos (ni en los de él o ella) para darte confianza de que es el elegido o la elegida. Una pasión irracional en las relaciones en el proceso de conocer a una persona para casarte te cegará y te ensordecerá a cosas que no deberías perder en estas relaciones. Confía en Dios lo suficiente como para escuchar a otros creyentes en tu vida.

¿Quién entrega esta mujer a este hombre?

Al terminar el capítulo, puedes escuchar las campanas de bodas:
Entonces Isaac la trajo a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca y ella fue su mujer, y la amó. (Génesis 24:67)
Su nombre no aparece en este versículo, pero a estas alturas ya deberías saberlo de todos modos: Dios lo hizo. En todos los casos, es Dios que da esta mujer a este hombre, y este hombre a esta mujer. De principio a fin, y por todas partes, Dios estaba trabajando, y Él recompensó a los que esperaban en Él (Isaías 64:4; 2 Crónicas 16:9).
Todo sucede tan rápido aquí en Génesis 24 que esto puede hacer sentir incluso más extraño a los que hoy han esperado por años y años para casarse. La historia de Isaac y Rebeca, sin embargo, no se trata de cuan inmediata vino la respuesta, sino que vino de Dios.
Mientras esperas y deseas y conoces a una persona, no tomes más de ti mismo en tu búsqueda de casarte. En cada paso, mira a Dios, la esperanza de cada persona para la verdadera felicidad y el autor de cada historia de amor cristiana, y deja que tus deseos de casarte, tus oraciones, y tu vida tomen mucho de Él.
Por: Marshall Segal © Desiring God Foundation.
Fuente: five-pieces-of-out-dated-dating-advice
Traducido por: Daniel Elias.

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