
Cinco maneras para ir del conocimiento intelectual a la aplicación del corazón
A veces llegas a compartir con alguien una idea que nunca ha escuchado antes. Y esa idea revoluciona absolutamente la manera en que piensa sobre sí mismo u otros – o incluso sobre Dios mismo. Ver a alguien “entenderlo” por primera vez es estimulante. Ver los frutos en su vida es profundamente gratificante. Sin embargo, también es bastante raro. En la mayoría de los casos, no es una idea brillante lo que las personas necesitan; es la práctica de la aplicación real de los fundamentos que ellos ya conocen.
¿Cómo podemos ir de la instrucción de Proverbios 3:5, “Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento” a la aplicación personal del escritor de Salmos 56:3-4, “El día en que temo, yo en Ti confío. En Dios, cuya palabra alabo, en Dios he confiado, no temeré”? En otras palabras, ¿cómo podemos ir del conocimiento intelectual a la aplicación del corazón? Aquí hay cinco maneras:
1. Ten expectativas realistas para la presencia del sufrimiento y el servicio en la vida cristiana.
La aplicación real de las promesas de Dios no excluye la genuina experiencia del dolor, el miedo y la tristeza. No hay duda de que el evangelio proporciona alivio y descanso de este mundo caído (Romanos 8), pero no hay duda de que el sufrimiento existe como parte del plan de Dios, no a pesar de ella (Romanos 5:3-5) . Con demasiada frecuencia tratamos de utilizar las promesas de Dios como una varita mágica que puede aliviar cada herida con una lectura superficial. Cuando este enfoque falla, nos culpamos a nosotros mismos (no merezco la bondad de Dios) o a Dios (no es realmente bueno) o ambos.
Pero Pablo es claro, tanto en Romanos 5 y 1 Tesalonicenses 4: Creer en las promesas de Dios no nos blinda del dolor, sino más bien lo redime. El Evangelio tiñe nuestro dolor con esperanza y con ello hace que sea más manejable, con más sentido – no inexistente.
2. Incluso si te sientes desanimado al principio, comprometete a la oración diaria y a la lectura de la Biblia, así como a la participación en el culto semanal.
Cuanto menos estamos en la palabra de Dios, menos la Biblia parece aplicable a nosotros. Esta realidad parece una obviedad, pero como la mayoría de los apetitos (la alimentación, el sueño, la recreación) o los apetitos espirituales pueden verse afectados drásticamente por la crisis. En medio del dolor, somos tentados a orar la pregunta: “¿Dónde está Dios en todo esto?”, pero lo que debemos de orar es: “¿Dónde está mi adoración en esto?” Si perdemos nuestro apetito por las cosas de Dios, no deberíamos sorprendernos cuando no sintamos la presencia de Dios en nuestras vidas. La ingesta regular de las escrituras y la adoración son tan vitales como el sueño, el ejercicio y la dieta (Mateo 4:4).
3. Encuentra un pedazo de la Escritura, memorízala y medita en ella. Cuando sientas que has exprimido todo lo que puedas, encuentra otro y haz lo mismo.
La memorización de las Escrituras es de vital importancia. Es un arte olvidado en la era del motor de búsqueda, pero ser capaces de recitar una o más de las promesas reales de Dios de su palabra, en lugar de sólo alguna verdad general cristiana es crucial. La capacidad de aplicar instantáneamente la verdad de Dios nos ayuda a conformar nuestras emociones a la forma de la cruz en lugar de permitirles que se inclinen a la forma del mundo.
4. Encuentra un himno cristiano o una canción, que comunique con precisión la verdad de Dios. Entónala hasta que puedas cantarla sin acompañamiento en tu propia mente.
La música es increíblemente poderosa y nos ayuda a regular nuestras emociones. En un estudio del 2013 (Chanda & Levitin), los investigadores informaron que cuando comenzamos a cantar una canción en nuestra mente, estamos utilizando el área de nuestro cerebro llamado el “centro de razonamiento moral”. Eso no significa que, si escuchas material explícito, estás condenado a cometer esos actos – no somos esclavos de la música que escuchamos. Sin embargo, puede acercar más nuestros corazones a esas acciones y hacerlas parecer más aceptables.
Lo opuesto también es cierto. Si escuchamos música y somos capaces de cantar canciones que refuerzan las verdades de la Escritura, entonces nos podemos encontrar mucho más resistentes en tiempos difíciles, y podemos sentir las promesas de Dios mucho más relevantes para nuestros corazones heridos. Hay una razón, después de todo, por la que el libro más grande en la Biblia (Salmos) es un libro de canciones. Dios no necesitaba una máquina de resonancia magnética para saber cómo funciona tu mente.
5. Encuentra un lugar para conectarte y servir para la gloria de Dios.
C.S. Lewis dijo una vez que, como cristianos, no estamos llamados a pensar menos de nosotros mismos, sino que pensemos menos en nosotros mismos. Cristo habla de manera similar en Mateo 20. Cuando damos prioridad a otras personas por encima de nosotros mismos, esto puede ayudarnos a salir de las arenas movedizas de nuestra propia autocompasión, y nos ayuda a darnos cuenta de que no estamos solos en nuestro sufrimiento. Además, al tratar de levantar a los demás mediante la aplicación de las promesas de Dios a sus vidas, a menudo nos encontramos siendo sustentados. Por lo tanto, cuando servimos intencionalmente, hablamos de la existencia de un ministerio mayor para nosotros que para los que servimos.
Aplicar las promesas de la gracia y el consuelo de Dios a nuestros corazones dañados, temerosos o enojados, es cuando la teoría se pone a prueba para muchos cristianos. Si bien estas cinco sugerencias no pueden cambiarte de la noche a la mañana del duelo al vértigo, podrían ayudarte a sentir más agudamente la seguridad de las promesas de Dios y la ternura de su cuidado.
Por: Josh Squires © Desiring God.
Fuente: “Five Ways to Go from Head Knowledge to Heart Application”.
Traducido por: Daniel Elias.
Quisiera tener mas hambre de la palabra, porque tengo muchas luchas para leerla, busco y no encuentro como empezar. Le pido a Dios mucha sabiduria.