Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

Buscando al perdido

Es fácil para nosotros protegernos a nosotros mismos – no conscientemente, ni con malicia – pero sin embargo, pasamos de largo con el fin de permanecer inconscientes del dolor y la desesperanza espiritual que está a nuestro alrededor. Ese no era el camino de Jesús. Él miró el dolor. Él buscó a los perdidos. Ese fue el primer paso para redimirlos.
Jesús se ganó una reputación por asociarse con aquellos que eran considerados marginados. Parias, indeseables, lo desagradable de la Cultura Judía – todos estos se reunían alrededor de Jesús. Esto perturbaba a los fariseos y escribas, los dignatarios y el clero de la época. Ellos habían adoptado un tradición que enseñaba la salvación por segregación: mantente alejado de cualquiera que esté involucrado en pecado; así es como puedes asegurar tu propia redención. Era parte de su filosofía de vida aislarse de los que eran pecadores, Jesús vino y desafió esa tradición asociándose abiertamente con los parias de la cultura.
Fue en una de esas ocasiones en que los Fariseos comenzaron a murmurar y quejarse de la compañía de Jesús. En respuesta, Jesús dice una serie de parábolas, la primera de ellas dice lo siguiente:
“¿Qué hombre de ustedes, si tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la que está perdida hasta que la halla? Al encontrarla, la pone sobre sus hombros, gozoso. Cuando llega a su casa, reúne a los amigos y a los vecinos, diciéndoles: ‘Alégrense conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido.’ Les digo que de la misma manera, habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento.” (Lucas 15:4-7 NBLH)
Esta parábola se llama “la parábola de la oveja perdida.” Hay quienes hoy en día no creen que alguien esté perdido; rechazan todo el concepto de estar perdido. Son universalistas, que creen que todos van al cielo automáticamente; la justificación no es por la fe o por las obras, sino simplemente por la muerte – porque nadie está verdaderamente perdido. Entonces dicen que, dado el tiempo suficiente, las personas perdidas eventualmente encontrarán su camino de regreso. Sólo tenemos que dejarlos solos.
Sin embargo, si nadie está perdido, o si ellos encontrarán su camino de regreso por sí mismos, entonces la misión de Cristo fue una pérdida de tiempo; la expiación de Cristo no era necesaria. Esto arroja una sombra sobre toda la misión de Jesús mismo.
Jesús definió Su misión diciendo: “El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Él no dijo simplemente que vino para salvar al perdido, sino que Él vino para buscarlos y salvarlos. Es decir, antes que los perdidos puedan ser redimidos, ellos deben primero ser hallados.
Es encontrar a los perdidos lo que requiere el esfuerzo de las misiones. Es fácil engañarnos a nosotros mismos pensando que nadie está perdido, y una manera de hacerlo es distanciarnos de la búsqueda, es decir, asegurarnos de que nos mantendremos informados sobre las necesidades de los perdidos, para aislarnos a nosotros mismos de saber lo que realmente está pasando en el mundo. Por ejemplo, no salimos de nuestra manera de entender y aprender sobre todas las personas que se están muriendo de hambre en este mundo. Cuando somos confrontados con esto, nuestras conciencias son levantadas y somos movidos a la acción. Pero no salimos de nuestra manera de encontrar miseria; pensamos que hay suficiente miseria en nuestras propias vidas, sin buscar más.
Cuando era un niño, era todavía normal para el médico hacer visitas a casa, donde realmente él venía a tu casa. Cada día, él conducía a través de la comunidad y visitaba niños, ancianos y cualquiera que estuviera enfermo. Hoy, si tú estás enfermo, el médico no va a ti; tú tienes que ir al médico. Desafortunadamente, muchas iglesias operan de la misma manera; ellos se asoman por una teja e invitan a la gente a venir a ellos.
Pero Jesús no tenía un edificio, Él no esperaba detrás de las puertas cerradas por las personas para que vengan a verlo. Su ministerio era “caminar alrededor.” Él fue donde estaban las personas. Es de eso de lo se trata las misiones. El ministerio de Cristo fue un ministerio de buscar el dolor y a aquellos que están perdidos.
Por: R.C. Sproul
Fuente: seeking-lost
Traducido por: Daniel Elias

Hay un comentario publicado

  1. Anónimo dice:

    Excelente tema fue de gran ayuda parsa mi GRACIAS…..

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