Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

¡Ayuda! Mis hijos me siguen contestando

Cuando Nuestros Hijos Nos Contestan

Todos hemos estado ahí. Le dices a tus hijos que hagan algo, o intentas ayudarlos a ver algo sobre ellos o sobre el mundo más grande, y ellos responden inmediatamente con algún tipo de rechazo verbal. 

  • A veces te refutan inmediatamente, “¡Eso no fue lo que pasó!”
  • Otras veces responden a la defensiva “¡Ya lo estoy haciendo!”
  • Y algunas veces te atacan, “¡Pero tú no haces eso!”

El tema subyacente en contestar es que tus hijos usan sus palabras para rechazar las tuyas, para protegerse de las tuyas y de la influencia que tú estás tratando de tener en sus vidas.

Eso hinca. Tú pensaste que necesitabas decir algo a tus hijos, y te dijeron que no están de acuerdo. Tú haces el esfuerzo de preocuparte por ellos, y ellos hacen el esfuerzo de empujarte lejos. Eso duele. Es ofensivo. 

Pero ahora, el balón está de nuevo en tu cancha. ¿Qué haces? Dos cosas: 1) Ves el panorama amplio de ti mismo, y 2) ayudas a tus hijos a ver lo que en verdad están haciendo.

Primero, ve el panorama más amplio

Tus hijos tienen un problema… pero no es tanto contigo, como lo es con el que te puso en sus vidas. Al faltarte el respeto, asumamos que lo que dijiste no fue pecaminoso ni pecaminosamente expresado, le están faltando el respeto a Dios, dado que Él es quien les dijo que te respetaran (Éxodo 20:12). A menos que veas este problema desde una perspectiva más amplia, no podrás ayudar a tus hijos con su verdadera necesidad. 

Esta no es una licencia para usar los mandamientos de Dios para obligar a tus hijos a hacer lo que tú quieres que hagan. Pero es una petición para que te molestes más por el peligro en el que tus hijos están por rechazar tu lugar en sus vidas, que por cómo te hace sentir su rechazo. 

Cuando estás más preocupado por tus hijos que por su impacto en ti, entonces estás en el estado emocional correcto para ayudarlos. ¿Cómo haces eso? 

“Cambia las palabras que usas, modifica tu tono, y comunica amor.”

No te sorprendas – Hemos nacido rechazando a Dios y sus caminos, pensando que podemos trazar un mejor curso para nuestras vidas que Él. Al contestarte, tus hijos simplemente están expresando de manera más concreta lo que siempre ha sido cierto sobre su naturaleza caída. 

Acepta el sabio plan de Dios – Dios sabía que tus hijos iban a necesitar ayuda para lidiar con su caída, y de todas las personas que pudo haber escogido, Él pensó que tú serías lo mejor de lo mejor. Él puso a tus hijos en tu familia para cumplir Sus propósitos en sus vidas.

¿Te cuesta creer eso? ¿Te cuesta aceptar y querer eso? Entonces pídele Su gracia para cambiarte, para que de esta manera tu corazón acepte lo que Él quiere (Marcos 9:24). Pídele que te ayude a creer que Él te dará lo necesario para que tú le obedezcas (2 Pedro 1:3-4).

Estas son las mismas cosas que tus hijos también necesitan, pero no puedes dirigirlos hacia la ayuda que necesitan sin haberla tú mismo experimentado primero. 

Conmuevete con piedad – Tus hijos están en peligro de rechazar no solo a ti pero al Señor quien los creó para Sí mismo. ¿Qué significa eso? Ellos necesitan ser rescatados de lo que están haciendo (Santiago 5:19-20). Y Dios te ha dado el privilegio de ser el primero en responder a ellos. 

Piensa en términos de estar en una misión de rescate, y eso suavizará tu actitud hacia ellos, cambia las palabras que usas, modifica tu tono, y comunica amor, no irritación ni ira. 

Comprométete a largo plazo – No esperes una sola conversación con tus hijos, ni siquiera si tus hijos le han dado sus vidas al Señor. Así no es como la necedad funciona. En vez de eso, el pecado se arraiga lentamente a lo largo de la vida. Entonces, conténtate con dar ataques regulares en su contra, en vez de esperar eliminarlo de una vez y para siempre. 

Identifícate con tus hijos – La parábola del siervo despiadado nos recuerda que mientras que alguien más haya pecado enormemente contra nosotros, su deuda se ve empequeñecida por lo que han hecho a Dios (Mateo 18:21-35). 

En ese sentido, puede que no le hayas contestado a tus propios padres (lo cual es raro, pero posible), pero ciertamente le has contestado a Dios. 

  • Has refutado y te has quejado cuando Él no te dio lo que querías. 
  • Has cuestionado Su bondad cuando Él permitió que te sucediera algo que no querías que pase. 
  • Lo has desobedecido rotundamente, le dijiste que no cuando Él te dijo lo que debías hacer.  

Y Él no te aplastó. ¿Por qué? Porque Dios es un experto en lidiar con Sus hijos cuando le contestan. Jonás es un gran ejemplo de alguien a quien claramente no le gustó lo que Dios estaba haciendo y se lo dijo en términos muy claros (Jonás 4:1-3).

Y Dios respondió hablándole de todas formas (Jonás 4:4, 9-11), por su bien, no porque hacía más fácil la vida de Dios, sino porque eso era lo que Jonás necesitaba. 

“Dios es experto en lidiar con Sus hijos cuando le contestan.”

Y Él ha hecho lo mismo contigo. Él ha hecho contigo todo lo que necesitas hacer ahora con tus hijos, Él ha mantenido su buen plan para ti, ha sido conmovido con piedad por ti, y está comprometido contigo por largo tiempo. Así que ahora, recurre a lo que Dios ha hecho por ti cuando entres al mundo de tus hijos para involucrarlos.

Segundo, ayuda a tus hijos a ver lo que en verdad están haciendo

Vuelve a girar – A veces puedes hablar en la vida de tu hijo en el momento. Muchas veces, es más sabio dejar que todos se enfríen y retomar el tema más tarde. Después de haber luchado con tu propio corazón y dolor, intenta volver con tus hijos y diles, Hey, he notado un patrón entre nosotros y me pregunto si podemos hablar sobre eso. Parece que hay momentos en los que me dicen que no quieren escuchar lo que les estoy diciendo. ¿Pueden ayudarme a entender lo que está pasando? 

Lo que estás intentando hacer es entablar una conversación sobre el tema de contestar en general. Si puedes, aquí hay algunas cosas que pueden ser útiles mencionar. 

Expón suposiciones ocultas – La mayoría de tiempo cuando los hijos le responden a sus padres, no lo hacen de una manera pensativa y bien razonada. En vez de eso, ellos lo dicen bruscamente. Inmediatamente. Ayúdalos a darse cuenta de lo que pasa cuando no le dan cinco segundos de consideración a tus palabras, que ellos asumen que tú no tienes nada que decirles y que ellos no te necesitan. Pregúntales si esos son los tipos de suposiciones que quieren hacer. 

Recuérdales el panorama más amplio – Tus hijos viven en el mundo de Dios, así como tú; y sin embargo, al igual que tú, ellos también son tentados a ignorar esta dimensión vertical de la vida. Necesitas traerlos de vuelta a sus conciencias, recordándoles que Dios te ha puesto en sus vidas para ayudarlos a vivir bien y que ellos tienen la responsabilidad de aceptar lo que Él les ha dado. 

Pero sé cuidadoso al hacer esto. Esta no es una carta ganadora o una táctica para hacerles jaque mate en obedecerte. Si ese es tu objetivo, ¡por fin tengo una forma de hacer que me escuchen!, entonces tus hijos se sentirán (justamente) manipulados y resentidos. Es por esto que debes preocuparte más por ellos y por el peligro en el que están, en vez de la ira y frustración que sientes. Si no lo estás, usarás la culpa para obtener lo que tú quieres en vez de dirigirlos hacia la gracia que ellos necesitan. 

Trae algunos de tus sentimientos – Los niños actúan sin ver el impacto a largo plazo de sus acciones en otros. De nuevo, sin querer manipular a tus hijos, permíteles echar un vistazo a lo que sucede en ti cuando ellos te rechazan verbalmente.Encuentra maneras de decir, Cuando tú rechazas mis palabras, me siento rechazado. Y siento ganas de alejarme, pero no lo haré porque te amo, pero soy tentado, porque no me gusta ese sentimiento. 

“Debes preocuparte más por ellos y por el peligro en el que están, en vez de la ira y frustración que sientes.”

Pronostica el futuro – Ayuda a tu hijo a ver las implicaciones relacionales más amplias de lo que están haciendo. Di algo como, Me preocupa cómo va a resultar tu vida si sigues por ese camino. Cuando las personas hacen lo mismo una y otra vez, esas cosas se vuelven parte de nosotros de modo que ya ni pensamos en ellas. Simplemente se vuelven la manera automática en la que contestamos. Piensa conmigo: ¿Cómo crees que será tu vida si contestarle a las personas se vuelve parte de ti? ¿Cómo crees que eso impactará en tu relación con tus abuelos? ¿Profesores en el colegio? ¿Entrenadores? ¿Quizás un jefe en el trabajo? ¿Crees que a tus amigos les guste esto de ti? Parece una buena idea ahora, como que saca a mamá o papá fuera de tu espalda, pero por favor ten cuidado, porque estás formando patrones que realmente podrías odiar más adelante. 

Estas son cosas que pueden ser de ayuda, pero por favor recuerda que tu deseo, que tus hijos te escuchen y vivan mejor, no es algo que tú puedas hacer suceder. Esta es la cosa más difícil sobre ser padres: puedes hacer que tus hijos escuchen tus palabras, pero no puedes hacer que ellos amen lo que dices. Dios no te dio ese poder sobre la vida de nadie, incluyendo la vida de tus hijos. 

Tu llamado es irrumpir fielmente en su mundo con la Palabra de Dios en tantas formas creativas como sea posible. Clama a Él por Su gracia para hacer eso y por Su misericordia para suavizar el corazón de tus hijos para que quieran escuchar lo que les tienes que decir. 

Por: William P. Smith

Fuente: Help! My Kids Keep Talking Back

Traducido por: Mariafernanda Artadi

Deja un comentario

%d