
Varón de dolores
Isaías 53:3
“Será el hombre el más sufrido, el más experimentado en el sufrimiento.”
Ese bebé iba a ser el hombre del dolor.
Como hemos leído: “sería depreciado”. Jesús: Rey de reyes, despreciado, desechado por toda la humanidad. El hombre más sufrido. Literalmente: el hombre de dolor. El más experimentado en el sufrimiento. Era su diario. El más experimentado.
Él sí sabía lo que era sufrir. Éso es ese bebe. Éso es Jesucristo.
¿Él vivió en un palacio? ¡No! Recuerden que Él vino del cielo. Vino del lujo, vino de la comodidad, y escogió venir a la necesidad.
¿Para qué? Para salvar. Porque su sufrimiento tuvo un propósito. En Isaías 53 dice:
“Con todo, él llevará sobre sí nuestros males y sufrirá nuestros dolores, mientras nosotros creemos que Dios lo ha azotado, lo ha herido y humillado, pero Él será herido por nuestros pecados.”
¿Por qué herido? Por nuestros pecados, molido por nuestras rebeliones.
¿Por qué molido? Por nuestras rebeliones.
“Sobre Él vendrá el castigo de nuestra paz, por sus llagas seremos sanados, todos perderemos el rumbo como ovejas, cada uno tomará su propio camino, pero el Señor descargará sobre Él todo el peso de nuestros pecados.”
¡Vaya!
Su sufrimiento tuvo su propósito. Su propósito no fue como, “¡ya! ¡Jesús sufría, tú también tienes que sufrir!” No.
Su sufrimiento fue para lograr nuestra salvación. Él sufrió en lugar de otros y el propósito era que ahora hubiera acceso al trono de la gracia.
Hoy Él te invita, como el sumo sacerdote que puede compadecerse de ti, te invita venir, a acercarte, acercarte “confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y recibir gracia cuando tú necesites ayuda” [Hebreos 4.16].
Jesucristo nació para ser el hombre de dolores, para abrir el camino y así podamos recibir misericordia y alcanzar gracia.
¡Aleluya! Vino Jesús.
Por: David Bhadreshwar.
Canción sugerida: “En aquella cruz”, por Danny Díaz.
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