
Aquella Semana – día 9
En su muerte vemos su paciencia varonil.
Lucas 22:60-65. Jesús está hablando con los sacerdotes, pero afuera esta Pedro. «Pero Pedro dijo: “Hombre, yo no sé de qué hablas”. Al instante, estando él todavía hablando, cantó un gallo. El Señor se volvió y miró a Pedro. Entonces Pedro recordó la palabra del Señor, de cómo le había dicho: “Antes que el gallo cante hoy, me negarás tres veces”. Y saliendo fuera, lloró amargamente.
«Los hombres que tenían a Jesús bajo custodia, se burlaban de él y lo golpeaban; le vendaron los ojos, y le preguntaban: “Adivina, ¿quién es el que te ha golpeado?”. También decían muchas otras cosas contra él, blasfemando».
Y el maltrato sigue, Marcos 15:16-19. Para mí, uno de los pasajes mas difíciles en toda la Escritura: «Entonces los soldados llevaron a Jesús dentro del palacio, es decir, al Pretorio, y convocaron a toda la tropa Romana. Lo vistieron de púrpura, y después de tejer una corona de espinas, se la pusieron; y comenzaron a gritar: “¡Salve, Rey de los Judíos!”. Le golpeaban la cabeza con una caña y le escupían, y poniéndose de rodillas, le hacían reverencias. Después de haberse burlado de Jesús, le quitaron el manto de púrpura, le pusieron sus ropas y lo sacaron para que fuera crucificado».
Pedro lo negó, y Satanás tenia su parte en eso. Jesús mira, observa, y los soldados… Ese pasaje me hace maravillar del Señor Jesucristo, su dominio propio. En Colosenses 1 dice: «En él todas las cosas permanecen». En Hebreos 1:3 dice que el Hijo sostiene todas las cosas por la palabra de su poder. En otras palabras, las cosas permanecen, las cosas se mantienen, las cosas se sostienen, por él, por la palabra de su poder; él mantiene todas las cosas, de manera activa.
Entonces cuando los soldados lo estaban golpeando, era Jesucristo mismo quien sostenía sus corazones, sus cuerpos. Él tenía sus vidas en sus manos, ¡y están burlándose de él, escupiendo en su cara, empujándolo, golpeándolo!
¡Una y otra vez en la cabeza!
El mundo dio su veredicto: Jesús, ¡no eres nadie, no eres nada! ¡Te rechazamos! Y Jesús, con una sola palabra, podría haberlos hecho polvo a todos. «¿Saben qué?, ya me cansé de esto; ingratos, ¡muéranse!». Pero no.
Oh amigo, observa la paciencia de Cristo, observa el odio del mundo.
De pronto, alguien que me esta escuchando, en tu vida hay personas que te hacen la vida muy difícil, todos los días recibes maltrato.
Y yo te digo, pon tu mirada en Cristo. El autor de Hebreos escribe de esta manera, en Hebreos capitulo 12 verso 3: «Consideren, pues, a Aquél que soportó tal hostilidad de los pecadores contra él mismo, para que no se cansen ni se desanimen en su corazón».
No te canses, pon tu mirada, considera a aquel que soportó toda esa hostilidad de los pecadores contra él mismo, para que tú no te canses en tu corazón.
Por: David Bhadreshwar.
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