
Aquella Semana – día 22
En su muerte vemos los propósitos bellos , sabios, y amorosos, en los padecimientos agudos.
Isaías 53:10. La vida no es simple y la Biblia tampoco lo es. «Pero quiso el Señor quebrantarlo, sometiéndolo a padecimiento. Cuando él se entregue a sí mismo como ofrenda de expiación, verá a su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor en su mano prosperará».
Es un texto difícil, no tanto por el lenguaje, que no es tan difícil de entender; lo difícil es asimilar la verdad de ese versículo. ¿Que el Señor quisiera quebrantarlo —hablando de Jesús— sometiéndolo a padecimiento?.
Porque la Biblia, es muy clara, lo que pasó en aquel día cuando Jesús murió en la cruz fue amor ¡Fue amor!
Y nosotros realmente necesitamos ayuda en esa área del amor, y no simplemente en el área sentimental, sino en nuestro trato mutuo diario. No es difícil amar a alguien que te hace sentir bien ¿pero cuando ya no lo hacen? Cuando esperas algo más y no te dan, cuando resultas desilusionado.
La Biblia dice: si quieres saber acerca del amor, pon tu mirada en Cristo en la cruz.
1 Juan capítulo 4 versos 10 y 11: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros».
Lo que ocurrió aquel día en la cruz fue amor, ¡pero no es simple, este amor! No es simple porque la cruz fue horrible. En Isaías capítulo 53 hallamos estas palabras espantosas que hemos leído antes: «Pero quiso el Señor quebrantarlo, sometiéndolo a padecimiento. Cuando él se entregue a sí mismo como ofrenda de expiación…».
La Biblia lo deja bien en claro; lo que sucedió aquel día en la cruz no fue algo que atrapara a Dios en un dilema.
Nada ni nadie le forzó la mano, ¡es Dios! ¡Él hace lo que quiere siempre! ¡Es Dios! ¡Él hace lo que lo hace feliz! ¡Siempre!
Entonces, ¿acaso Dios estaba diciendo, «¡ya, sufre, que lo mereces!»? No, el Padre ama al Hijo, ¡sí ¿¡Pero el Padre quiso quebrantarlo!?
Sí, sí. Vemos un propósito aquí, «ofrenda de expiación», es decir, ofrenda por el pecado. La idea de esta ofrenda es que absorbe la ira; la ira no cae sobre el pecador, sino más bien sobre la ofrenda. Su vida absorbe toda la ira, como ofrenda de expiación, y eso implica ser quebrantado, implica padecimiento, y no es simple.
Porque el Señor quiso quebrantarlo, y hacerlo padecer, como ofrenda de expiación, porque había un propósito, un propósito de largo plazo, un propósito feliz, un propósito poderoso.
Dice: su voluntad, su placer, su deleite, literalmente. «La voluntad de Dios en su mano prosperará», y literalmente esa palabra «prosperará» quiere decir dar una paliza a sus enemigos.
La salvación, el rescate de los pecadores perdidos mediante la muerte de Jesucristo en la cruz, y su trato para efectuar transformación, ¡es un buen propósito! ¡Y por ese propósito soy salvo! Pero ese buen propósito se logró a través del padecimiento del Hijo de Dios en mi lugar, por causa de su quebrantamiento, por causa de su padecimiento en mi lugar.
En Cristo no hay maldición contra mí, no hay condenación, no habrá castigo. Cualquier aflicción que a mí viene, es bendición, es para mi beneficio, es un favor, es una muestra de su amor. No importa cuán fuerte que sea, Dios tiene sus propósitos buenos y sabios aún a través de la aflicción aguda.
Por: David Bhadreshwar.
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