
Aquella Semana – día 21
En su muerte Jesús atrae a los perdidos.
Marcos 15:39. «Viendo el centurión que estaba frente a él [Jesús], la manera en que expiró, dijo: “En verdad este hombre era Hijo de Dios”».
Mateo 27:50-54. «Entonces Jesús, clamando otra vez a gran voz, exhaló el espíritu. En ese momento el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, y la tierra tembló y las rocas se partieron; y los sepulcros se abrieron, y los cuerpos de muchos santos que habían dormido resucitaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Jesús, entraron en la santa ciudad y se aparecieron a muchos. El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, cuando vieron el terremoto y las cosas que sucedían, se asustaron mucho, y dijeron: “En verdad éste era Hijo de Dios”».
Lucas 23:47-48. «Al ver el centurión lo que había sucedido, glorificaba a Dios, diciendo: “Ciertamente, este hombre era inocente (justo)”. Todas las multitudes que se habían reunido para presenciar este espectáculo, al observar lo que había acontecido, se volvieron golpeándose el pecho».
Hemos visto el testimonio de los cielos: se oscurecieron 3 horas.
Ahora hemos visto el testimonio de la tierra: tembló, las rocas se partieron.
Hemos visto el testimonio del velo en el templo, que separaba el lugar santísimo del lugar santo: se rasgo de arriba abajo, como de la misma mano de Dios, queriendo decir que ya no hay barreras, es un acceso directo a la santidad de Dios.
Y ahora vamos a considerar el testimonio de los soldados. Y no son meros guardias; son asesinos de sangre fría, fuerzas especiales.
Sin embargo, el estar con Jesús, observar a Jesús en aquel día, les causó algo. Su conclusión fue algo así como: «Sin duda, estoy en presencia del Hijo de Dios; él es diferente, no es como otros». Y ellos glorificaban a Dios.
En otras palabras, sus propias actitudes declaraban: «Dios es grande, Dios es precioso, no hay nadie como Dios».
También aquí vemos el testimonio de las multitudes. Se volvieron, salieron simplemente para observar el espectáculo, para insultar a Jesús, sentirse mejor acerca de sí mismos.
¿Pero terminó así? No, terminó muy diferente a cómo habían pensado. Regresaron golpeándose el pecho, y la actitud es: ¿qué hemos hecho? ¿Qué hemos hecho? Ni pensábamos en qué estábamos haciendo, ni imaginábamos que sería así.
Y el testimonio de Juan. Juan 19:35: «Y el que lo ha visto ha dado testimonio y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la verdad para que ustedes también crean».
Juan escribió lo que escribió porque era testigo ocular, y lo escribió para que tú creas.
Él quiere que confíes en Cristo, o ames a Cristo, te vuelvas a Cristo y del pecado; que reconozcas a Jesucristo como Señor, como Salvador.
Y hoy día, yo te ruego que pongas tu mirada en ese Jesús en la cruz. Si estás pensando en Jesús simplemente como un ejemplo a seguir, o un gran maestro, o un buen hombre, el testimonio de los soldados te desafía, porque aquí está el Cristo, aquí está el Mesías, aquí está el hijo de Dios.
Cree en él, confía en él, estímalo, como alguien de un valor inmenso, para que tengas vida en su nombre.
Por: David Bhadreshwar.
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