
98. «Esperar de los cielos a Jesús, su Hijo» – 1 Tesalonicenses 1:10
Jesús vino en la carne para redimirnos, envió a su Espíritu Santo para santificarnos, pronto vendrá nuevamente y nos llevará a su lado, para que donde él está podamos también estar nosotros. Esto es algo glorioso. Es algo que el pueblo de Dios en el Nuevo Testamento tiene en cuenta de manera constante. Es nuestra bendita esperanza. Estamos profundamente interesados en ese regreso, deberíamos meditar frecuentemente en él, prepararnos diariamente, y que nos encuentre en una postura de espera. Somos siervos, y nuestro Amo viene a llamarnos para que rindamos cuentas. Somos hijos, y nuestro Padre nos viene a buscar para llevarnos a casa. Somos la novia prometida del Hijo de Dios, y él viene para casarse con nosotros, y llevarnos a su glorioso reino. Vendrá repentinamente. Vendrá cuando muy pocos lo esperen. Las vírgenes estarán cabeceando y se quedarán dormidas, pero «no durmamos como los demás, sino mantengámonos atentos y sobrios». Jesús puede venir antes que llegue el día de mañana; ciertamente vendrá pronto.
¿Estamos preparados para su venida? ¿Nos alegraríamos al escuchar el sonido de las trompetas, ver que los cielos desaparecen, y contemplarlo a él de la forma en que sus discípulos lo vieron ascender al cielo? Si él no viene a nosotros muy pronto, nosotros iremos a estar con él. Por tanto, preparémonos de inmediato.
¡Viene el Salvador! Viene a reinar,
a quitar la tristeza, el pecado y el dolor.
Prepárate, alma mía, y paciente espera,
para que grandes sean tu gozo y tu paz.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
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