
96. «Me siento totalmente desanimado» – Salmo 119:25
¡Qué común es la queja, y cuán vergonzosa! ¿Qué es el mundo? ¡Polvo! Sus placeres, ganancias, empleos, honores, todo es polvo. Para una mente inmortal, comparativamente, eso no tiene ningún valor y es inadecuado para un hijo de Dios; sin embargo, nuestros pensamientos están llenos de ello, nuestras emociones se enredan en ello, y nuestras bendiciones se debilitan por eso. Las personas carnales se sienten cómodas en el polvo, parecen estar satisfechas con él; pero cuando el cristiano se aferra más, no está cómodo, no puede estar satisfecho con el polvo. Esta es una misericordia.
¡Oh, dirigir la mirada hacia arriba! ¡Elevarse y extender las alas! ¡Tratar las cosas temporales como se merecen! Alma mía, levántate y sacúdete el polvo, y ponte tu mejor ropa. Es el día de la salvación, tu Dios te llama, espera entrar en comunión contigo, quiere concederte bendiciones de inmenso valor. Quedarte aquí está por debajo de tu dignidad. Es algo contrario a tu profesión. Se opone a lo que es mejor para ti. El cielo es tu hogar. La santidad es tu esencia. El Rey de reyes es tu esposo. La gloria es tu porción eterna. La tierra no es más que un desierto por el cual hay que pasar, un lugar de alojamiento para pocos días. El mundo no es tu reposo; está contaminado.
Es extraño que mi alma se aferre al polvo,
con la muerte y el cielo tan cerca.
Aléjate, mundo vano; mi espíritu debe
ascender para morar en lo alto.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
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