
87. «Señor, examina y reconoce mi corazón» – Salmo 139:23
Nadie puede examinar el corazón sino solo Dios; nadie está deseoso ni dispuesto a que su corazón sea examinado sino los verdaderos cristianos. Un creyente desea saber lo peor. Le teme al engaño. La gracia lo ha hecho honesto y ora: «Señor, examíname». Si un ser humano nos examinara, nos dejaría expuestos, nos fastidiaría y nos heriría; pero si Dios es el que examina, él nos hace humildes, nos fortalece y nos sana. El hombre que se ve a sí mismo a la luz de la verdad, y se conoce a sí mismo como una consecuencia del examen divino, no puede confiar en sí mismo ni por un momento. Él huye de sí mismo hacia Jesús, de la ley hacia la gracia; se aborrece a sí mismo; y aunque confía plenamente en Jesús, y se regocija en la esperanza, camina humildemente con su Dios. No puede jactarse, no se anima a presumir; sino que camina en santidad, y atribuye todo a la gracia de Dios.
Amado, lleva el corazón a Jesús para que él lo examine. Él dice: «Yo soy el que escudriña la mente y el corazón». Si él te examina, te salvará del engaño, de la arrogancia y de todo camino errado. Que esta sea tu oración diaria: «Señor, examíname, y guíame por el camino eterno. ¡Ponme a prueba, Señor ¡Examíname! ¡Escudriña mis anhelos y mis pensamientos!». Deja que los hombres se examinen a sí mismos. Tú necesitas que te examinen.
Señor, examina mi corazón y prueba mis caminos,
haz que mi alma sea sincera;
así me sostendré ante tu rostro,
y allí encontré aceptación.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
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