
84. «No escatimó ni a su propio Hijo» – Romanos 8:32
No escatimó a su Hijo para poder perdonar a su pueblo. Lo castigó a él para consolarlos a ellos. No perdonó a los ángeles que pecaron. No perdonó al mundo antiguo. Pero promete perdonarnos a nosotros. ¡Qué maravilloso es esto! Nos ha perdonado, nos perdona, y nos perdonará. ¡Pero a Jesús no lo escatimó! Reflexionemos sobre esto. Por nosotros se comprometió en un pacto, por nosotros vino al mundo, por nosotros cumplió toda justicia, por nosotros ofreció un sacrificio expiatorio, por nosotros fue sepultado, por nosotros resucitó de la muerte, por nosotros ascendió al cielo, y por nosotros vive por siempre para interceder; fue nuestro sustituto, la garantía de un pacto mejor, por tanto, no fue escatimado. Pero si Dios no lo escatimó a él, puede perdonarnos a nosotros con justicia, y lo hará; y no solo eso, sino que con su amado Hijo, y por su nombre, nos dará sin reservas todas las cosas que conciernen a la vida y la piedad.
Precioso Salvador, tu Padre no te escatimó; Satanás no te escatimó; el hombre culpable no te escatimó. Por lo tanto, me ocuparé de no escatimarte yo; ¡que pueda evitar y abstenerme de todo lo que entristezca tu corazón, o deshonre tu amado nombre! ¡Que yo nunca te lastime, mi invariable mejor amigo!
Tus crueles espinas, tu infamante cruz,
nos procuran coronas celestiales;
nuestra rica ganancia brota de tu pérdida;
nuestra salud, de tus heridas.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
Deja un comentario