Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

80. «Pero yo sigo orando» – Salmo 109:4

La vigilancia y la oración deberían estar siempre unidas. El cristiano que ora debería vigilar, y el cristiano vigilante debería orar. Un ejercicio nos ayuda en el otro. Deberíamos dedicarnos a la oración como a nuestros quehaceres, como a nuestra ocupación cotidiana. Nos preservará de innumerables males, y nos hará poseedores de invaluables bendiciones. Dios ama escucharnos en oración. La oración del justo es su deleite. Que podamos ser impresionados con esta idea cada vez que nos arrodillamos: Dios ama ver que me acerco a él. Se deleita escuchando mis súplicas. Me escucha con oídos de Padre. Se alegra por mí con un corazón de Padre. Se entristece cuando descuido su trono, y no puede aprobar mis prisas en mis devociones, como a veces me ocurre. Él dice: «Acércate». «Acércate confiadamente». Si ignoramos su Palabra o despreciamos su invitación, él enviará alguna prueba, levantará alguna tormenta, o dejará suelto algún enemigo para guiarnos a su torno. Si pudiéramos escuchar con claridad la voz de nuestras dificultades, o entender su idioma, lo escucharíamos gritar: «De rodillas. De rodillas. Ve a tu aposento. Levántate y clama a tu Dios».

Padre, a mi corazón concede
el poder incesante de orar,
y pedir la sangre de un Salvador;
en amor concede que tu Santo Espíritu,
obre, exhale, y viva en mí,
para que camine con Dios.

Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias

Deja un comentario

Discover more from TeoGracia

Subscribe now to keep reading and get access to the full archive.

Continue reading

Discover more from TeoGracia

Subscribe now to keep reading and get access to the full archive.

Continue reading