
68. «Prosigo a la meta» – Filipenses 3:14
El cristiano es un atleta. Tiene un premio por delante: llegar a la perfección del conocimiento, la santidad y la felicidad. Su ruta está señalada por la santa Palabra de Dios. Atraviesa las dificultades, los enemigos y las pruebas. El cristiano tiene una meta donde fijar sus ojos, a la cual aspirar, para alcanzarla con esfuerzo diario. Su meta es Jesús en su santa vida ejemplar. Aspiramos a ser como él: oponernos al pecado, vencer a Satanás, conquistar el mundo, resistir los problemas, superar las pruebas, y hacer el bien, como él lo hizo. Jesús corrió su carrera, manteniendo en mente «el gozo que le esperaba»; llegó a su meta, obtuvo su corona, y ahora está sentado como conquistador a la diestra de Dios. Él es nuestro modelo y ejemplo. En él debemos fijar los ojos y el corazón; debemos esforzarnos por ser como él; liberándonos de todo peso y del pecado que nos asedia, debemos correr la carrera que tenemos por delante, fijando la mirada Jesús.
Al igual que el apóstol, debemos perseguir un objetivo, mantenernos enfocados, avanzar hacia la meta. Esto nos asegurará el premio, por cuanto Jesús dijo: «Al que salga vencedor, le concederé el derecho de sentarse a mi lado en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado al lado de mi Padre en su trono».
Al comenzar nuestra carrera,
debemos abrazar la causa del Salvador,
avanzar hacia la meta, obtener el premio,
y luego reinar con Cristo en gloria.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
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