
66. «El espíritu de adopción» – Romanos 8:15
El mismo Espíritu que nos guía a pedir misericordia como pobres pecadores, luego nos guía a afirmar una relación con Dios como hijos amados. Él despliega el carácter compasivo de Jehová, descubre y lleva hacia él los deseos de nuestra alma, derrama su amor en el corazón, y luego clamamos «Padre mío, Padre mío». Fuimos predestinados al privilegio de la adopción antes del comienzo del mundo; pero solo podemos reconocer, afirmar y disfrutar lo que recibimos de ese privilegio cuando somos instruidos por el Espíritu Santo. Como Espíritu de adopción, él ensancha nuestro corazón, eleva nuestros deseos, santifica nuestro espíritu, exalta nuestro propósito, nos guía hacia la verdad, y dirige el alma hacia una libre y familiar comunión con Dios. Él imparte su santa paz, profundiza el arrepentimiento, y nos colma de gratitud radiante. Bajo su influencia, la oración se vuelve gratificante, la meditación provechosa, y las ordenanzas del evangelio nos producen deleite.
¿Tienes el espíritu de adopción? ¿Te sientes guiado a acercarte a Dios como un niño a su padre? ¿Consideras el evangelio como un libro enviado por un padre a su hijo, para instruirlo, reprenderlo y confortarlo; y lo lees como tal? ¿Ansías, oras y deseas por sobre todas las cosas disfrutar esta cálida relación?
Envía el Espíritu de tu Hijo,
a mi corazón anhelante, oh Dios;
que solo tu amor lo gobierne
y de ti yo nunca me aleje.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
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