Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

51. «Yo voy a hacer que entiendas» – Salmos 32:8

En el mejor de los casos, solo sabemos un poco, y somos lentos para aprender; pero como el Señor ha prometido instruirnos, podemos esperar que nos hará sabios para la salvación. La enseñanza del Señor siempre produce humildad, desprecio de sí mismo, confianza en Dios, celo por su gloria, y consagra el corazón a su alabanza. Nos trae a los pies de Jesús, y nos libera del presente mundo malo. Bajo la instrucción divina aprendemos la verdadera naturaleza del pecado, la vanidad del mundo, el vacío de las criaturas, y la plenitud y la preciosura de Cristo.

¿Está Dios dispuesto a enseñarnos? Entonces vayamos pronto y con frecuencia a su trono, orando, como hizo el salmista: «Todo el día espero en ti; ¡enséñame a caminar en tu verdad, pues tú eres mi Dios y salvador!». Luego exclamemos, como hizo Eliú: «Mira que el poder de Dios es sublime; no hay maestro que se le pueda comparar». El Señor nos enseñará a beneficiarnos, y nos santificará mediante la verdad que imparte. Cristo es nuestra gran lección, y conocerlo correctamente trae vida, paz y gozo. ¿Es Jesús tu Maestro? Entonces siéntate a sus pies, atesora sus palabras, y exhibe su alabanza. Él dice: «Aprendan de mí». Aprende a conocerlo, a amarlo, a obedecerle, y a vivir dependiendo de él.

Vida eterna imparten tus palabras;
dan vida a mi espíritu débil:
aquí animan mi corazón consuelos más dulces
de los que ofrece todo el mundo alrededor.

Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias

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