Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

42. «Señor, yo soy tu siervo» – Salmo 116:16

Sí, somos siervos del Señor, creados para su gloria, redimidos para desplegar su alabanza, regenerados para exhibir sus virtudes; somos suyos mediante los lazos más fuertes. Jesús es nuestro Maestro, su voluntad es nuestra ley, y su deleite debería ser nuestro deleite. Nuestro Maestro también es nuestro ejemplo; como siervo del Padre vino al mundo, siguió la voluntad del Padre en todo lo que hizo, y sufrió sin quejarse todo lo que el Padre consideró adecuado infligirle. Se humilló a sí mismo y se hizo obediente, y ahora es exaltado, y alabado, y está en lo alto; y a nosotros nos dice: «Si alguno me sirve, sígame; donde yo esté, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará». La obediencia a Cristo puede hundirnos a la vista de los hombres, pero nos exalta a la vista de Dios; puede exponernos al sufrimiento y el desprecio ante el mundo, pero Dios nos honrará con su presencia y sus sonrisas, y al final nos recibirá en su gloria.

¿Qué tipo de siervo hemos sido hoy? ¿A quién hemos intentadoagradar? ¿La causa de quién nos hemos esforzado por promover? ¿Podemos retirarnos a descansar como siervos de Cristo, deseando ir a él cuando nos llame, o quedarnos y trabajar mientras él considere apropiado mantenernos aquí?

¡Jesús, cuán grandes son tus siervos!
¡Qué dignidad conferida al hombre!
Nosotros, que cargamos alegres tu yugo,
somos honrados con la estima de Dios.

Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias

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