Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

36. «Ustedes, los que aman al Señor, ¡aborrezcan la maldad» – Salmo 97:10

Se necesitan estímulos para los deberes más sencillos, porque a veces olvidamos, pero con mayor frecuencia nos sumergimos en una tibia e indiferente disposición del alma. ¿Amamos al Señor? Si es así, amamos su pueblo, sus ordenanzas, su evangelio y su ley. Amamos sus prohibiciones así como sus promesas, sabiendo que él solo prohíbe lo que puede hacernos daño.

Que podamos esta noche unirnos a David y decir: «¡Cuánto amo yo tus enseñanzas! ¡Todo el día medito en ellas!». La ley prohíbe todo mal. Odiemos los pensamientos de maldad, y luchemos contra ellos. Odiemos las palabras de maldad, y controlemos la lengua como con una brida. Odiemos las obras de maldad, y abstengámonos de toda apariencia de maldad. Los males del corazón son los peores, ya que de ellos fluyen los demás males; tengamos especial cuidado de un malvado corazón de incredulidad que se aleja del Dios viviente. ¿Quieres odiar el mal? Entonces camina cerca de Dios, entra con frecuencia en comunión con él, y así la santidad será tu esencia, y tu abominación será toda especie de maldad. Quienes aman a Dios, dispongan su corazón, dispongan sus temores contra el mal; «procuren vivir en paz con todos, y en santidad, sin la cual nadie verá al Señor».

Señor, a quien amo, a ti te entrego
mi alma, mi vida, mi todo:
quiero vivir a ti dedicado,
y que nunca me devuelvas lo dado

Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias

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