
228. «Acerquémonos con un corazón sincero» – Hebreos 10:22
La distancia de Dios es el resultado de la incredulidad. Es la causa de la frialdad y el malestar. Dios está en el lugar santísimo. Está entronizado en el propiciatorio. Ha aceptado el sacrificio expiatorio. El pecado ha sido removido para siempre. Jesús ha rasgado el velo. El camino está abierto y libre. Nuestro Sumo Sacerdote está allí con la sangre, y el incienso está siendo quemado en el incensario de oro. El amor de Dios hacia nosotros es verdadero; no fue con amor fingido que entregó a su amado Hijo. Jesús también tiene amor sincero hacia nosotros; o nunca hubiera muerto por nuestros pecados o entrado a los cielos para clamar por nosotros.
Por lo tanto, amemos a Dios de todo corazón, y acerquémonos a él con profunda sinceridad y sencillez como niños. Tenemos libertad para decirle todo lo que hay en nuestra mente. No deberíamos permanecer en silencio, a la distancia, como siervos anonadados, sino que debemos acercarnos como el hijo que corre hacia los brazos de su padre, y recuesta su cabeza sobre el pecho de su padre. Por tanto, no permanezcamos a la distancia, temblando como si estuviéramos frente a un Dios enojado; acerquémonos, ejerciendo una fe firme e inquebrantable en Dios. Él no es glorificado por el miedo de los esclavos, sino por la paz y la confianza de sus hijos.
Confiando en la sangre de nuestro Redentor,
que nuestras almas se acerquen a Dios,
sobre el propiciatorio.
Vayamos con confianza al lugar santísimo,
y sintámonos en casa con Dios,
donde la verdad y la compasión se encuentran.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
Deja un comentario