Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

212. «Se humilló a sí mismo» – Filipenses 2:8

¿Quién se humilló a sí mismo? Aquel que era el resplandor de la gloria, la imagen misma del Padre; el que estaba con Dios y era Dios; el que era el Dios Todopoderoso, el Padre eterno, el Príncipe de paz. ¿Cómo se humilló a sí mismo? Tomando nuestra naturaleza, haciéndose siervo, rebajándose para obedecer hasta la muerte. Observa el pesebre, observa el taller del carpintero, observa la cabaña de Nazaret, observa el Jordán, observa al peregrino sin hogar, observa Getsemaní, observa Gólgota, observa el sepulcro de José. Ya no hace falta que preguntes: «¿Cómo se humilló a sí mismo?». El panorama está ante ti.

Pero, ¿por qué se humilló a sí mismo? Porque nos amó. La majestad se rebajó, bajo la influencia del infinito amor. Se humilló para poder relacionarse con la humanidad; experimentar nuestras debilidades y necesidades; conocer nuestros sentimientos; morir en nuestro lugar; y habiendo sufrido, siendo tentado, poder saber cómo socorrer a aquellos que son tentados. Se humilló a sí mismo para exaltarnos a nosotros. Se rebajó para levantarnos. Suspiró para que podamos cantar; sufrió para que podamos regocijarnos; murió para que podamos vivir; fue reducido a nada para que podamos ser levantados al trono de la gloria. ¡Sublime humillación! ¡Maravilloso amor!

¿Alguna vez se rebajó tanto la compasión,
vestida en divinidad y sangre?
¿Alguna vez un rebelde fue así cortejado,
Con los gemidos de un Dios en agonía?

Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias

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