
211. «Pongan la mira en las cosas del cielo» – Colosenses 3:2
Tenemos la tendencia a ser muy afectados por las cosas terrenales, pero nuestra mirada debería estar puesta permanentemente en las cosas del cielo. Levantemos al cielo esta mañana nuestros ojos y nuestro corazón; allí está el objeto apropiado de nuestro amor, nuestro deseo y nuestra estima. Allí está Jehová, nuestro Padre celestial, morando en luz inaccesible. Allí está Jesús, nuestro querido y adorable Salvador, exaltado, majestuoso y glorificado a la diestra del Padre. Allí está el Espíritu Santo, nuestro Confortador divino, misericordioso y compasivo. Allí se disfrutan completamente el amor, el favor y la presencia de Dios. Allí se hacen realidad eternamente la paz, el reposo y la felicidad. Allí están la corona de justicia, el trono de la gloria, y los ríos de alegría que nuestro Dios nos ha prometido y ha preparado. Allí están nuestros hermanos que han ido a casa antes que nosotros, y allí debería estar puesta nuestra mirada. ¿Qué es el mundo? Sea lo que sea, lo estamos dejando. ¿Qué es el tiempo? Pronto nos desharemos de él. Por tanto, pongamos la mira en las cosas del cielo, y no en las de la tierra.
¿Por qué mi corazón habría de caer tan bajo,
para afanarse en la tierra, lugar de aflicción,
mientras el cielo, donde abundan eternos deleites,
espera la entrada de mi alma renacida?
¡Salvador! Que pueda yo sentir
toda la fuerza de tu encanto;
así alzaré el vuelo en alas de amor,
y fijaré la mirada en las cosas del cielo.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
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