Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

206. «¡Que se haga la voluntad del Señor!» – Hechos 21:14

Si Dios es amor, si sus promesas son ciertas, si es fiel a su Palabra, si su voluntad obra con justicia y misericordia, con santidad y amor, si desea únicamente lo que es para nuestro bien y para su propia gloria, ¿no deberíamos hablar diariamente de esto? ¿No debería el deseo ponerse en práctica? Su sabiduría es infinita, y su voluntad es sabia. Su corazón está enfocado en nuestro bienestar, y él obra con este objetivo en mente. Sin embargo, nosotros queremos todo a nuestra manera. Imaginamos que algo distinto sería mejor que el presente. Echamos deshonra sobre la capacidad, la bondad y la verdad de nuestro Dios. ¡Qué insensatez!

Pero esto surge en parte por falta de reflexión, más por falta de fe, y más todavía por el egoísmo pecaminoso de nuestra naturaleza. La mayoría de nuestros tormentos surgen de nuestra terquedad. Nuestras angustias se generan por nuestra oposición a Dios. Diariamente oramos: «Hágase tu voluntad». A menudo hablamos de la excelencia y la perfección de la voluntad de Dios, pero si nuestros deseos son contrariados, si nuestra fortaleza es probada, si nuestra confesión es puesta a prueba, entonces nos preocupamos y nos quejamos, o nos hundimos en lágrimas y tristeza.

Creyente, Dios desea tu santidad, tu felicidad verdadera, tu bienestar eterno. Entonces entrégate de una vez, y esfuérzate por decir en todo tiempo: «¡Que se haga la voluntad del Señor!».

Te has comprometido a concederme
tu favor durante todo el camino;
lo demás que quiera, o piense querer,
que solo siga siendo un deseo.

Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias

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