
20. «Dios lo exaltó hasta lo sumo» – Filipenses 2:9
Nunca nadie se rebajó tanto como Jesús; nadie fue ni nunca será tan exaltado como él. Fue considerado inepto para vivir, fue tratado como un gusano despreciable, fue asesinado en la carne; pero Dios lo exaltó hasta lo sumo. El está en el cielo, sentado a la diestra de Dios, luce un nombre que está por sobre todo nombre, posee toda autoridad en los cielos y en la tierra, y se someten ante él tronos y dominios, principados, y poderes. Su corona brilla con brillantes gemas más radiantes que el sol matutino, su cetro se extiende sobre toda la creación, su reino es un reino eterno, y su dominio permanece por todas las generaciones. Es el objeto de la admiración y adoración angelical, el sujeto de cada canción. Su exaltación es la recompensa de su humillación, sus sufrimientos y su muerte; pero es agradable pensar que él es exaltado por el bien de su pueblo, por la gloria de su pueblo. Exaltado para otorgarles arrepentimiento y remisión de pecados, para santificar sus dolores, para suplir sus necesidades, para garantizar su llegada segura a su trono, y glorificarlos consigo mismo para siempre.
¡Salvador inmortal! ¡Que pueda yo conocer el poder de tu resurrección, glorificar tu gracia, ser levantado, y sentarme junto a ti en tu gloria!
A aquel que los hombres repudian y desprecian,
A él sea dada la gloria;
suya es la corona, y suyo es por derecho,
el lugar más alto en el cielo.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
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