
192. «Paz, paz» – Isaías 57:19
Esas son las suaves y reconfortantes palabras que el evangelio susurra al oído del creyente. En todo tiempo de tribulación, en todo tiempo de tentación, en todo tiempo de enfermedad física y sufrimiento, suavemente nos dice: «Paz, paz». Paz, porque Jesús murió para quitar tus pecados. Paz, porque Jesús vive para interceder por ti en los cielos. Paz, porque Jesús reina, y tus preocupaciones están en sus manos. Paz, porque Jesús ama, y su amor por ti es inmutable. Paz, porque Dios es amor. Paz, porque fuiste reconciliado con él por la muerte de su Hijo.
No te angusties. Todo pensamiento de Dios sobre ti es de paz. Todo propósito que Dios tiene para ti, que su providencia obrará en ti, es de paz. El cielo está en paz contigo. Tú también estás en paz con el cielo. Tu paz fue obtenida cuando Jesús murió en tu lugar, cuando acabó con tu pecado por su sacrificio. Recurre a él como tu Pacificador. Vive en la atmósfera de Getsemaní y del Gólgota. Considera a Dios como tu Padre de paz, y al cielo como tu hogar de paz. Medita con frecuencia sobre ese precioso versículo: «Tú guardas en completa paz a quien siempre piensa en ti y pone en ti su confianza». Que tu mente descanse en el Señor.
Jesús, aumenta mi débil fe,
y con dulzura multiplica mi paz;
y siempre que confíe en tu poder,
mi pecado ya no me asediará.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
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