
184. «El Dios de toda gracia» – 1 Pedro 5:10
¡Cuán dulces y refrescantes son las imágenes que nos concede Jehová de sí mismo! Con demasiada frecuencia permitimos que nuestra mente se desvíe de la imagen espiritual de nuestro Dios, y lo vemos de algún modo inadecuado e injurioso. Él es el Dios de toda gracia, pero también es el Dios justo. Es misericordioso de manera natural, soberana, infinita y eterna. Él posee riquezas de gracia: gracia para levantar a los muertos, para perdonar al culpable, para consolar al angustiado, para fortalecer al débil, para restaurar al descarriado, y para salvar al perdido. En su relación con su pueblo se manifiesta su gracia: cuán generosa, en la conversión de Saulo de Tarso; cuán oportuna, en la salvación del ladrón muriendo en la cruz; cuán inesperada por parte de Zaqueo, cuando fue llamado a bajar del árbol. Pero estos son solo ejemplos, o patrones, con la intención de mostrarnos lo que el Dios de toda gracia puede hacer y hará.
Consideremos a nuestro Dios como infinitamente misericordioso. La extensión, la grandeza, las riquezas, la libertad de su gracia se manifiestan en las personas indignas, que nada merecen. Que esta realidad evalúe nuestros temores. Que nos anime a ser diligentes. Requiere confianza, gratitud y consagración. Recostemos la cabeza sobre la almohada esta noche, alegres con este pensamiento: nuestro Dios es «el Dios de toda gracia».
Gran Dios, concédenos tu gracia,
para que nunca nos alejemos de ti.
Nuestro escudo es la presencia del Señor,
nuestro gozo, sentir el amor perdonador.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
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