Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

18. «El lugar llamado de la Calavera» – Lucas 23:33

Visitamos Getsemaní esta mañana; esta noche visitemos el Calvario. Allí Jesús padeció en forma directa la mano de un Dios santo; allí padeció a manos de hombres malvados. Fue llevado como cordero al matadero. Obsérvalo pasando por las puertas de Jerusalén, cansado, débil y pálido, cargando la cruz sobre sus hombros. Asciende a la prominencia del monte, lugar común de ejecución. La cruz está en el suelo, lo colocan sobre la misma, estiran sus brazos y piernas, y los clavos atraviesan sus manos y pies. Levantan la cruz y la insertan en el encaje con una violenta sacudida, los huesos de Jesús están dislocados, y expone un espectáculo de miseria y desgracia. Observa su cuerpo debilitado, sus mejillas pálidas, sus ojos hundidos, la corona de espinas en su frente, su semblante azotado por la muerte, y óyelo clamar: «Mi Dios, mi Dios, ¿por qué me has desamparado?». ¿Alguna vez el dolor fue parecido a su dolor? Él es maldecido, hecho pecado por nosotros; él sufre, el inocente por el culpable; él muere, el justo por los injustos. Es el pastor, muriendo por sus ovejas; el prometido redimiendo a su prometida; y la Cabeza rescatando a su cuerpo. Él murió por nosotros, en nuestro lugar, para que jamás pudiéramos morir. Visitemos con frecuencia el Calvario, y meditemos sobre su trágica escena, la escena del amor sufriente.

Cuando la terrible escena de muerte
se aproxime a las últimas horas clave,
en ese momento, con ojos moribundos,
pondré la mirada en el Calvario.

Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias

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