
174. «Cuando piden algo, no lo reciben» – Santiago 4:3
Entonces, ¿Dios no está dispuesto a concederlo? ¿Renunciará a su Palabra? No; pero él nunca prometió autorizar el pecado, o alentar la insensatez; y esto ocurriría si respondiera todas nuestras oraciones. En la oración Dios observa nuestra motivación. Lee nuestro corazón mientras escucha nuestras palabras. Si oramos por cosas temporales para consentir nuestros apetitos, o satisfacer nuestros deseos, no tenemos razón para esperar que Dios nos las otorgue. Si pedimos cosas espirituales con un objetivo carnal, Dios es justo al negárnoslas. Podemos pedir cosas buenas para llegar a ser ilustres en la opinión de los hombres, ser respetados por nuestros pares, o aplaudidos por la multitud. Incluso podemos orar por gracia y santidad con el objetivo de ser famosos.
Nuestro objetivo debería ser simplemente honrar a Dios, exaltar a Jesús, y promover su causa; de lo contrario, podemos pedir de una manera indecorosa. Podemos estar demasiado ansiosos por cuestiones temporales. Podemos ser indiferentes a lo espiritual. La lujuria puede hacer que oremos y sigamos orando, así como el orgullo, la codicia o la envidia. Veamos entonces la causa por la que nuestras oraciones no siempre reciben respuesta; la motivación, el objetivo o el espíritu exhibido no es algo bueno. La oración es según como sea la intención. Entonces preguntémonos: ¿Por qué oramos? ¿Cómo oramos? ¿Qué pedimos en oración?
Temo que a menudo pido erradamente.
Señor, examina mi corazón y observa;
purifica mis motivaciones, y no dejes
de atraer mi alma hacia ti.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
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