
152. «¡Cómo quisiera que me des tu bendición!» – 1 Crónicas 4:10
Así oró Jabés, y así ora todo cristiano. Sabe que la bendición del Señor es un tesoro; nunca viene acompañada de tristeza. Hay algo real en la bendición del Señor. Bueno, él nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. Todo está atesorado en Jesús para nosotros, y por fe y en oración tomamos todos de su plenitud y gracia sobre gracia. El Señor todavía nos bendice. Él dice: «Yo bendeciré tu pan y tus aguas», y nuestras bendiciones temporales son singularmente dulces, cuando están sazonadas con su amor. Nos bendice con gracia renovadora, gracia vivificadora, gracia restauradora, gracia santificadora, y gracia preventiva. Nos bendice con bendiciones costosas más allá de todo cálculo, enormes como nuestras miserias, numerosas como nuestros pecados, y duraderas como nuestra existencia. Él se deleita en bendecirnos. Envió a su Hijo a morir por nosotros, para poder bendecirnos con honor, adecuada y eternamente. Él ha prometido bendecirnos, y hacer que nosotros seamos una bendición.
Es una bendición sentir nuestra necesidad de sus bendiciones, y todo aquel que lo siente así, las desea ardientemente y las busca con empeño, recibe la enseñanza de Dios y es bendecido por Dios. Entonces leamos su Palabra, creamos en su amor, pidamos su bendición, y recibamos la respuesta como lo hizo Jabés.
Todo está consumado: no lo dudes,
sino cree en tu Señor que murió;
ya no lo cuestiones más,
solo confía en su Palabra.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
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