
147. «Señor, ¿qué son los mortales?» – Salmo 144:3
Por naturaleza son enemigos de Dios, en abierta rebelión contra él, y condenados con justicia por él. Los seres humanos están enamorados del pecado, son esclavos de la lujuria, y siervos de Satanás. No pueden ver lo que les conviene, son sordos al llamado de Dios, y están muertos en sus transgresiones y pecados. Son sepulcros abiertos, un amasijo de desdicha y maldad, abominables e inmundos en grado indescriptible.
¿Y pueden semejantes criaturas ser el objeto del amor de Jehová, ser comprados por la sangre de un Salvador, y ser la morada del Espíritu Santo? Sí: siendo así, fueron escogidos para salvación; siendo así, Jesús fue enviado al mundo para redimirlos; siendo así, el Espíritu Santo vino para despertarlos, purificarlos, justificarlos y salvarlos. ¡Sublime gracia! ¡Misericordia sorprendente! ¿Y Dios morará en toda obra junto a estas criaturas sobre la tierra? Sí: «Yo pongo la mirada en los pobres y humildes de espíritu, y en los que tiemblan al escuchar mi palabra» y con ellos moraré. Bien puede exclamar el patriarca: «¿Qué es el ser humano, que lo engrandeces, y lo tienes tan cerca de tu corazón?».
¿Qué es el hombre, débil y mortal,
o cualquiera de su raza,
para que Dios se preocupe por él
y lo visite con su gracia?
Ese Dios, que lanza a la tierra sus rayos,
que sacude los mundos de los cielos,
y las montañas tiemblan ante él.
¡Qué maravilloso es su amor!
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
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