
146. «Acérquense a Dios» – Santiago 4:8
El pecado nos empuja infinitamente lejos de Dios, y la incredulidad nos mantiene allí. La gracia nos trae nuevamente, y nos acerca más por la sangre de la cruz. Cuando pecamos, todavía nos alejamos de Dios, pero la oración sincera nos acerca. Él está en el trono de gracia, Jesús nuestro intercesor está ante el trono, y nos invita a acercarnos. Debemos acudir al trono para reconocer que Dios está presente, para ejercitar la confianza en él, mediante Jesús, y para derramar nuestro corazón ante él; para decirle todo: todo lo que tememos, todo lo que deseamos, todo lo que necesitamos; para alabarlo por todo lo que poseemos, o lo que hemos recibido en el pasado, o lo que esperamos para el futuro. Debemos ser francos; sin tener reservas. Debemos hacerlo con seriedad; sin liviandad. Debemos estar totalmente convencidos de que nuestro Dios es amor; sin temor ni sobresalto.
Acércate a Dios, para determinar su voluntad, para disfrutar de su amor, para quitarle carga a tu mente, para comprometerlo nuevamente a tu lado, y para que puedas levantarte por sobre el presente mundo sombrío. «Él se acercará a ustedes». ¡Qué aliciente es esto! Acércate y descubre sus glorias. Acércate y disipa tus miedos. Acércate y confirma tu fe.
Acerquémonos ahora al trono
por el camino de vida revelado.
El camino de la fe que abrió Jesús,
exhibido en del velo de la carne.
A través de su humanidad rasgada,
vemos en el cielo a Dios, nuestro amigo.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
Deja un comentario