
122. «Dame una muestra de tu gran misericordia» – Salmo 17:7
Ya nos ha dado una muestra, llevándonos a una relación cercana, dulce y provechosa. Cuánto amor para llamar a un gusano su hijo; a un gusano pecador y corrompido, su esposa; para comprometerse con nosotros, con el objetivo de eliminar nuestros miedos, alentar nuestra confianza, y elevar nuestras expectativas. La misericordia es amor en la forma más atractiva; el amor actuando de la manera más amable; o amor revestido de ternura, benevolencia y condescendencia. Mostrar esa misericordia maravillosa es conceder exclusivas bendiciones, que la razón o la costumbre no podrían lograr que esperásemos; bendiciones que solo la fe buscaría, o que un Dios de amor concedería. Pero podemos pedir esas bendiciones, y habiendo pedido con fe, podemos esperar.
Amado, nunca olvides que nuestro Dios se regocija en hacernos bien, se deleita en la prosperidad de sus siervos, y se complace en darnos buenas cosas. Si fuéramos humildes, simples, viviendo en el ejercicio cotidiano de la fe, él no nos negaría nada. No tenemos, pero esto es porque no pedimos, o porque pedimos con un espíritu inadecuado, o con una intención indecorosa, para poder gastarlo en nuestros deseos.
Oh, misericordioso Señor altísimo.
Solo en ti ahora descanso;
inclina hacia mí tu oído clemente,
y ayúdame con tu poder divino.
Mientras peregrino aquí abajo,
muéstrame tu asombrosa compasión.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
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