
117. «Yo soy el que vive» – Apocalipsis 1:18
Jesús murió una vez en nuestro lugar. Ahora vive a la diestra de Dios. Él es la fuente de vida. Porque él vive, su pueblo también vivirá. Él vive en el cielo para ver el fruto la aflicción de su alma, en la regeneración, la santificación, la preservación, y la glorificación de su amada familia. Vive para interceder por ellos, para tener compasión de ellos, y para derramar bendiciones sobre ellos. Vive para cuidarlos, para aconsejarles y guiarlos, y para salvarlos para siempre. Vive para llevar a cabo los propósitos de su Padre, para desarrollar todas las funciones de la iglesia, y para glorificarnos a nosotros junto con él para siempre.
¡Misericordioso Salvador! Los amigos terrenales pueden fallecer, pero tú vives; podemos perder el bienestar temporal, pero aún tenemos un lugar en tu corazón; ¡tú eres nuestro amigo ante el trono de tu Padre! Recordemos siempre que Jesús vive, el que estuvo muerto; y que está vivo para siempre, y tiene las llaves del infierno y de la muerte.
¡Oh, vivir para él en la tierra, para el que vive por nosotros en el cielo! ¡Oh, vivir a semejanza de él, para que así como es él, podamos ser nosotros en este mundo, representantes de Dios y de la santidad! ¡Oh, vivir por fe en él, en dulce y santa comunión con él!
Él ama a sus santos y nunca los abandona;
al mayor de los pecadores, él lo recibe.
¡Alégrate, corazón mío! Vuelve a vivir,
el amigo de los pecadores sigue vivo.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
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