
114. «Arrepiéntete, y vuelve a actuar como al principio» – Apocalipsis 2:5
El arrepentimiento implica pensar, pensar seriamente en la conducta y el estado del corazón; surge de la convicción, una profunda y solemne convicción de nuestro pecado y nuestra pecaminosidad ante Dios. Demuestra preocupación, una preocupación de escapar del peligro, recibir el perdón y disfrutar la paz; incluye tristeza, una tristeza iluminada, genuina y perdurable, por haber agraviado al Señor, deshonrado su causa y despreciado su misericordia. Siempre nos guía a la transformación. Puede haber cierto grado de transformación sin arrepentimiento, pero no puede haber arrepentimiento sin transformación.
Pensemos sobre nuestro andar, reflexionemos sobre cómo hemos deshonrado al Salvador, ocupémonos de disfrutar nuevamente las muestras de su amor perdonador, lamentemos nuestras insensateces y nuestras faltas, y comencemos otra vez a actuar como al principio. Pongamos la mirada en Jesús, esperemos en Dios, escudriñemos su Santa Palabra, cumplamos diligentemente sus ordenanzas, hablemos de Jesús y en nombre de Jesús, y abstengámonos de toda especie de mal, como lo hicimos al principio. ¡Qué amor, qué fervor, qué prudencia, qué cuidado, qué consagración completa a Dios manifestábamos en ese entonces! Examinemos nuestra conducta; busquemos al Señor y volvámonos a él. Jesús nos acusa de deshonrarlo, pero también dice: «Arrepiéntete, y vuelve a actuar como al principio».
Trae a tu memoria los días felices,
cuando estabas lleno de alegría y adoración;
arrepiéntete, renueva tus primeras obras,
yo también restauraré tu bienestar.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
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