Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

110. «Por lo tanto, den gloria a Dios» – 1 Corintios 6:20

Todo lo que Dios hace es para su propia glorificación. Este es el gran fin de todas las cosas. Fuimos creados para su gloria, pero pecamos y estamos destituidos de ella. Estamos destituidos de la gloria de su ley, al no obedecerla; no alcanzamos la gloria de su imagen, al no asemejarnos a él; estamos destituidos de la gloria de su gracia, al no desearla; y estamos destituidos de la gloria de su presencia, al no buscarla. Pero Jesús murió por nosotros, pagó el precio de nuestro rescate, forjó una justicia perfecta, y nos salvó con salvación eterna. Por lo tanto, no somos nuestros propios dueños, sino que fuimos comprados por un precio, y ahora debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo y nuestro espíritu, que son de Dios.

En consecuencia, glorificar a Dios es nuestra única responsabilidad en la vida. Podemos hacerlo creyendo en su doctrina, confiando en sus promesas, y obedeciendo sus preceptos. Esforzándonos por hacerles bien a sus criaturas por causa de él; especialmente visitando, socorriendo y consolando a sus creyentes humildes; también proclamando su evangelio, controlando nuestro temperamento, edificando a nuestra familia en el temor del Señor, y buscando honrar su nombre en todo lo que hacemos. Glorificar a Dios es nuestro deber, nuestro culto racional. ¡Que ese sea nuestro placer y nuestro deleite!

Oh tú que compraste mi vida,
y pagaste el precio con sangre,
¡ayúdame ahora a glorificar
a Dios y vivir solo para él!

Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias

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